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¿Qué nos falta?, ¿por qué tanta desunión, tanta desconfianza?

por Pedro Aguer , columnista de Mundo Rural

Seguramente muchas veces nos preguntamos ¿a dónde vamos?… Porque vemos con cierto recelo que las cosas no se están haciendo de acuerdo a las expectativas generadas al comienzo de las gestiones de gobierno. Al menos nos encontramos con muchas dificultades, sobre todo de carácter económico y por la inseguridad que ronda en nuestras vidas.

Por cierto, lo hecho, hecho está.

Tenemos por delante el futuro que no será mejor si no nos ponemos de acuerdo en elementales cuestiones que hacen a la convivencia en paz y armonía.

Para entendernos mejor debemos dialogar más, hablar más entre nosotros. Buscar mediante el intercambio de opiniones qué es lo que priorizaremos y realizaremos, soslayando los asuntos relacionados con intereses sectoriales.

Nuestro País es inmenso.

Nuestro pueblo es laborioso.

Hay mucha inteligencia desperdiciada por vivir encapsulados en los problemas propios.

Hemos perdido los reflejos de los intereses generales.

Los dirigentes de los partidos políticos y de las organizaciones intermedias derrochan el tiempo en satisfacer sus apetencias, en vez de dedicarse a estudiar la realidad, las necesidades colectivas y los recursos con los que contamos para avanzar en el camino del progreso.

Pues contamos con todo: tierra, clima de excelencia, agua, energía en todas sus formas.

Existe en nuestros jóvenes la esperanza y en los adultos la experiencia.

¿Qué es entonces lo que nos falta?

Según me parece, salvo mejor opinión, que nos está faltando humildad, decencia y compromiso de servicio por parte de los dirigentes. Pero también participación.

Salvo honrosas excepciones, los vemos rondando alrededor de las listas para tomar si hace falta por assalto, cuanto antes el lugar que mejor responda a lo que se proponen como proyecto personal. No les importa si después van aservir o no. La idoneidad es lo de menos.

Es lo que nos impide planificar para realizarnos en la construcción del futuro.

Planificar sin soberbia, consultándonos. Todos tenemos verdades útiles. Los que son mayoría y las minorías, en conjunto, hacen un haz fuerte para el enriquecimiento de la Nación y para defenderla de los que no ven la hora de apoderarse de nuestras extraordinarias riquezas.

Tenemos falencias que suplir y errores que corregir en la ciudad y en el campo. La dicotomía debe terminar.
El campo necesita a la ciudad pero ésta no podría vivir sin aquél.

Necesitamos importar y tenemos para exportar.

La naturaleza nos es sumamente favorable como para no tener que depender de nadie. Sin embargo estamos endeudados.

Nos quieren hacer pagar lo que no sabemos en qué se diluyó.

Nos estamos peleando por el 2015. Y eso está mal. Deberíamos unirnos para ver que podemos hacer en la próxima etapa gubernamental, de tal modo que los inconvenientes que han producido el atraso sean evitados y superados con nuevas propuestas. Lo que se hizo bien debe ser reconocido y lo que se está haciendo bien debe ser continuado.

Nos están esperando problemas que no hemos sabido resolver. Pues encarémoslos con nuevas opiniones, con nuevas fórmulas de posible solución.

Qué vamos a hacer con la educación, con la producción, con la industria, con el comercio y el consumo, es de esto de lo que tenemos que ocuparnos con mucha responsabilidad. Con un alto grado de solidaridad.

Es imprescindible que sustituyamos el despilfarro por la austeridad, que se equilibren los niveles de las distintas actividades, que los salarios sean racionalmente administrados sin privilegios; que en definitiva generan las injusticias que debemos superar , lo que sólo se logra con justicia. A medida que crece la oferta laboral decrece la necesidad asistencial.

Miremos a nuestros jóvenes y démosle el ejemplo, no mintiendo con promesas que no se van a cumplir.
Trabajemos en política con generosidad y con sentido democrático.

Invitemos a la participación, sin retacear espacio, sino brindando todo el que sea necesario para que todos quienes se acerquen a los partidos políticos o a las organizaciones de otro carácter (pero igualmente útiles en el quehacer de cada día) tengan donde realizarse eficazmente. Nada mejor que la amplitud de criterio para encontrar los remedios a las patologías sociales.

Démosle a las instituciones el rol que tienen, son herramientas que deben estar al servicio del hombre y no al revés. Así debe ser tratada la cuestión política y la economía en función de la realidad, no como una ciencia enredada en conceptos teóricos de difícil comprensión para el pueblo.

Por cierto, no todos tenemos que pensar igual, ideológicamente, pero todos somos necesarios. Con nuestras ideas pero con nuestra decencia, para que recuperemos la confianza perdida.

No se terminarán los males por arte de magia, como tampoco surgieron por arte de magia.

Reconstruyamos entre todos lo que es de todos.

La pobreza y la inseguridad tienen remedio. El remedio está en nuestra buena voluntad colectiva y en la inteligencia y compromiso social de quienes han decidido ocuparse de la política.

Nos falta reconocernos y estimarnos como argentinos, nos falta realizarnos como patriotas. Lo demás será por añadidura.

por Pedro Aguer

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