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Bajante del Paraná, cada vez más crítica

Foto: Jorge Brown
La bajante extraordinaria que se registra desde 2020, no tiene antecedentes en los últimos 25 años. La perspectiva es desfavorable, con baja probabilidad de una recuperación franca en los próximos meses.

La Cuenca del Plata viene siendo monitoreada por el  Instituto Nacional del Agua (INA) desde 1983, sin discontinuidad, observándose la evolución hidrometeorológica, así como las tendencias climáticas, y poniendo énfasis en los eventos extremos.

En junio de 2019 comenzó a desarrollarse una sequía en la cuenca del río Paraguay, que luego se extendió a prácticamente toda la Cuenca del Plata. La máxima expresión de este proceso fue registrada durante el otoño de 2020 y se caracterizó como EXTRAORDINARIA: no se había registrado un escenario tan grave en los anteriores 25 años, período que normalmente se toma para la referencia estadística.

 

                                                                                                                                                                                 Video gentileza @Jorge Brown

Actualmente se verifican las condiciones necesarias para repetir, o inclusive agravar, tal escenario crítico. Las conversaciones formales con los países vecinos se han mantenido, concentrando la atención en el caudal en el río Paraná y especialmente en los niveles frente a las tomas de agua urbanas.

Según el INA, la operación de embalses de la alta cuenca del río Paraná en Brasil no es la causa de la bajante. Vale resaltar que las reservas actuales en los embalses son inferiores a las de 2020.

Los valores de caudal actuales y los esperables son muy inferiores a los valores normales y podrían aproximarse a los mínimos históricos. La tendencia climática regional, con horizonte en el 31/08/2021, presenta una perspectiva desfavorable, con baja probabilidad de una recuperación franca en los próximos meses.

La bajante en los grandes ríos obedece principalmente a la persistencia de lluvias inferiores a las normales. Esta situación, evidenciada desde 2019, no tiene visos de mejora en los próximos meses. Debe considerarse además el efecto complementario y agravante que tiene en ocasión de escenarios críticos los cambios en el uso y en la no conservación de los suelos, explicaron desde INA.

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