Dios en la Tierra

¡Feliz Solemnidad de María, Madre de Dios!

1 de enero de 2022. Solemnidad Santa María, Madre de Dios. Evangelio de hoy. Reflexión del Padre Alfredo Nicola.

Libro de los Números 6, 22 – 27.

El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los israelitas. Ustedes les dirán:
_Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz_.
Que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.

Salmo 67 (66)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.

Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.

¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.

Carta de San Pablo a los Gálatas 4, 4 – 7.

Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo” ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
Así, ya no eres más esclavo , sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.

Evangelio según San Lucas 2, 16 – 21.

Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón .
Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios

Propósitos

María da a luz y nos da la Luz. De María los pastores vieron la gloria de Dios. Comenzamos el año buscando mirar con nuevos ojos y encontrar en cada hermano alguien en quien brilla la presencia de Dios. Pidamos los ojos de María para amar como Ella y meditar en el corazón.
¡Amén y adelante! ¡Feliz año nuevo!

P. Alfredo Nicola
(Argentina)

¡Feliz Solemnidad de María, Madre de Dios!

Comienza un nuevo año y la Iglesia, cada 1 de enero, lo inicia celebrando la Solemnidad de María, Madre de Dios. La Iglesia católica se encomienda así, desde el primer día, a los cuidados maternales de María, verdadera Madre de Dios. La Virgen, quien tuvo la dicha de concebir, dar a luz y criar al Salvador, es también la que protege a todos sus hijos en Cristo, los asiste y acompaña durante su peregrinar en este mundo.

A continuación presentamos algunos datos que pueden ayudarnos a entender cómo es que surge este título en honor a la Virgen, y lo que hicieron los primeros cristianos para defenderlo.

La celebración dedicada a “María, Madre de Dios” (Theotokos) es la más antigua que se conoce en Occidente. En las catacumbas de Roma -los subterráneos que sirvieron de refugio a la cristiandad primigenia y donde los cristianos se reunían para celebrar la Santa Misa- han sido halladas numerosas inscripciones y pinturas que dan cuenta de la antigüedad de esta celebración mariana.

Por otro lado, de acuerdo un antiguo escrito del siglo III, los cristianos de Egipto ya se dirigían a María como “Madre de Dios”, usando las siguientes palabras: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita”. Esta oración está recogida en la Liturgia de las Horas desde hace siglos.

Para el siglo IV, el título de “Madre de Dios” ya estaba incorporado en la oración de los fieles y se usaba con frecuencia tanto en la Iglesia de Oriente (“Theotokos”) como en la de Occidente (”Mater Dei”). Para ese entonces, era parte del sentir común de la cristiandad dirigirse a la Virgen María como “Madre de Dios”; para decirlo de algún modo, los cristianos habían hecho suyo dicho título mariano y lo consideraban integrante de su devoción e identidad.

Sin embargo, en el siglo V, Nestorio -quien incurrió en herejía- cuestionó que María pudiese ser llamada Madre de Dios, porque -a su modo de ver- no lo era. “¿Entonces Dios tiene una madre? En consecuencia no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”. El cuestionamiento de Nestorio tenía implicancias cristológicas, es decir, no solo deshonraba a la Virgen María, sino que ponía en entredicho que fuese efectivamente madre de la “persona” -una y única- de Cristo, segunda persona de la Santísima Trinidad.

Nestorio había caído en un gravísimo error. Había introducido una separación -más bien una ruptura- entre las dos naturalezas –divina y humana– presentes en el Señor Jesús. María no podía ser solo “madre” de la humanidad de Cristo sin afectar toda la obra salvífica de la encarnación.

Los obispos, por su parte, reunidos en el Concilio de Éfeso (año 431), afirmaron la subsistencia de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única persona del Hijo; y declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”. Aquel día, los padres conciliares, acompañados por el pueblo y portando antorchas encendidas, realizaron una gran procesión al canto de: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

San Juan Pablo II, en noviembre de 1996, señaló lo siguiente: “La expresión Theotokos, que literalmente significa ‘la que ha engendrado a Dios’, a primera vista puede resultar sorprendente, pues suscita la pregunta: ¿cómo es posible que una criatura humana engendre a Dios? La respuesta de la fe de la Iglesia es clara: la maternidad divina de María se refiere solo a la generación humana del Hijo de Dios y no a su generación divina”. Luego añadió:

“El Hijo de Dios fue engendrado desde siempre por Dios Padre y es consustancial con él. Evidentemente, en esa generación eterna María no intervino para nada. Pero el Hijo de Dios, hace dos mil años, tomó nuestra naturaleza humana y entonces María lo concibió y lo dio a luz”.

Asimismo, señaló que la maternidad de María “no atañe a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana”. Además, “una madre no es madre sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino de la persona que engendra”, enfatizó San Juan Pablo II.

Para terminar, es importante recordar que María no es sólo Madre de Dios, sino que también es madre nuestra porque así lo quiso Jesucristo en la cruz. Por ello, al comenzar el nuevo año, pidámosle a María que nos ayude a ser cada vez más como su Hijo.

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