Dios en la Tierra

Hoy celebramos a San Cosme y San Damián, gemelos mártires patronos de médicos

26 de septiembre de 2021. XXVI Domingo durante el Año. Reflexión del Padre Alfredo Nicola.

Libro de los Números
11, 16 – 17a. 24 – 29.

El Señor respondió a Moisés: “Reúneme a setenta de los ancianos de Israel – deberás estar seguro de que son realmente ancianos y escribas del pueblo – llévalos a la Carpa del Encuentro, y que permanezcan allí junto contigo.
Yo bajaré hasta allí, te hablaré, y tomaré algo del espíritu que tú posees, para comunicárselo a ellos. Así podrán compartir contigo el peso de este pueblo, y no tendrás que soportarlo tú solo.
Moisés salió a comunicar al pueblo las palabras del Señor. Luego reunió a setenta hombres entre los ancianos del pueblo, y los hizo poner de pie alrededor de la Carpa.
Entonces el Señor descendió en la nube y le habló a Moisés. Después tomó algo del espíritu que estaba sobre él y lo infundió a los setenta ancianos. Y apenas el espíritu se posó sobre ellos, comenzaron a hablar en éxtasis; pero después no volvieron a hacerlo.
Dos hombres – uno llamado Eldad y el otro Medad – se habían quedado en el campamento; y como figuraban entre los inscritos, el espíritu se posó sobre ellos, a pesar de que no habían ido a la Carpa. Y también ellos se pusieron a hablar en éxtasis.
Un muchacho vino corriendo y comunicó la noticia a Moisés, con estas palabras: “Eldad y Medad están profetizando en el campamento”.
Josué, hijo de Nun, que desde su juventud era ayudante de Moisés, intervino diciendo: “Moisés, señor mío, no se lo permitas”.
Pero Moisés le respondió: “¿Acaso estás celoso a causa de mí? ¡ Ojalá todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque él les infunde su espíritu!”.

Salmo 19 (18)

La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple.

La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos.

También a mí me instruyen:
observarlos es muy provechoso.
Pero ¿quién advierte sus propios errores?
Purifícame de las faltas ocultas.

Presérvame, además, del orgullo,
para que no me domine:
entonces seré irreprochable
y me veré libre de ese gran pecado.

Epístola de Santiago
5, 1 – 6.

Ustedes, los ricos, lloren y giman por las desgracias que les van a sobrevenir.
Porque sus riquezas se han echado a perder y sus vestidos están roídos por la polilla.
Su oro y su plata se han herrumbrado, y esa herrumbre dará testimonio contra ustedes y devorará sus cuerpos como un fuego. ¡Ustedes han amontonado riquezas, ahora que es el tiempo final!
Sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo.
Ustedes llevaron en este mundo una vida de lujo y de placer, y se han cebado a sí mismos para el día de la matanza.
Han condenado y han matado al justo, sin que él les opusiera resistencia.

Evangelio según San Marcos
9, 38 – 43. 45. 47 – 48.

Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”.
Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios

Propósitos

Ser de Cristo o no serlo. Recibir el Espíritu o no. Estar con Cristo y permanecer en él y recibir recompensa. De eso se trata el camino del cristiano. En cada día se nos plantea esa opción. ¡A saber elegir bien!

¡Buena semana!

P. Alfredo Nicola
(Argentina)

Hoy celebramos a San Cosme y San Damián, gemelos mártires patronos de médicos

Cada 26 de septiembre se celebra a los mártires San Cosme y San Damián (cir. Siglo III), dos hermanos gemelos dedicados a la medicina que murieron martirizados durante la persecución de Diocleciano. Junto con San Lucas, ambos han sido considerados habitualmente como patronos de los médicos.

Según la tradición, Cosme y Damián nacieron en Arabia (península entre Asia y África). Aprendieron ciencias en Siria y llegaron a destacarse como médicos. Se hicieron célebres porque nunca pidieron un pago por su servicio, y, por eso, en Oriente, se les llama aún hoy los santos “sin dinero”. Para Cosme y Damián, anunciar a Cristo era algo que comprometía la palabra y la acción, la oración y el servicio a los demás, siempre con el ánimo de curar los cuerpos y las almas. Así, ambos hermanos se ganaron siempre el cariño y el respeto de sus coetáneos.

Durante la persecución de Diocleciano, ambos fueron apresados y luego condenados a muerte. Cuenta la tradición que fueron varios los intentos frustrados por quitarles la vida. Se dice que primero se les intentó ahogar arrojándolos al mar atados a pesadas rocas; luego se les quiso matar a flechazos y finalmente, se les mandó a la hoguera. Ninguno de estos planes resultó. Finalmente, terminaron siendo decapitados, posiblemente a inicios del S. IV.

La vida de ambos mártires evoca también otras proezas y milagros realizados en vida, como curaciones extraordinarias de enfermedades o exitosas cirugías, incluyendo un milagroso trasplante de pierna. Después de muertos, cuenta también la tradición, se aparecían en sueños a los enfermos que imploraban su intercesión, obteniendo el alivio en el dolor o la curación requerida.

San Cosme y San Damián no solo son patrones de los cirujanos, también lo son de los farmacéuticos y dentistas; y de aquellos que ejercen oficios como la peluquería o hacen trabajos en playas y balnearios.

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