Dios en la Tierra

Hoy el santoral recuerda a San Antonio María Zaccaria, patrono de médicos

5 de julio. Lunes de la decimocuarta semana del Tiempo Ordinario.

Libro de Génesis 28,10-22a.

Jacob partió de Berseba y se dirigió hacia Jarán.
De pronto llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó allí.
Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios.
Y el Señor, de pie junto a él, le decía: «Yo soy el señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás acostado.
Tu descendencia será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el este y el oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las familias de la tierra.
Yo estoy contigo: te protegeré dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta haber cumplido todo lo que te prometo».
Jacob se despertó de su sueño y exclamó” “¡Verdaderamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía!”.
Y lleno de temor, añadió: “¡Qué temible es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo”.
A la madrugada del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada, la erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella.
Y a ese lugar, que antes se llamaba luz, lo llamó Betel, que significa “Casa de Dios”.
Luego Jacob hizo este voto: “Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje que estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme,
y si puedo regresar sano y salvo a la casa de mi padre, el Señor será mi Dios.
Y esta piedra conmemorativa que acabo de erigir, será la casa de Dios. Además, le pagaré el diezmo de todo lo que me dé”.

Salmo 91(90),1-2.3-4.14-15ab.

Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío».

Él te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.

“Él se entregó a mí,
por eso, yo lo libraré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
me invocará, y yo le responderé.

Estaré con él en el peligro

Evangelio según San Mateo 9,18-26.

Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá”.
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto,
pensando: “Con sólo tocar su manto, quedaré curada”.
Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: “Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado”. Y desde ese instante la mujer quedó curada.
Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo:
“Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme”. Y se reían de él.
Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó.
Y esta noticia se divulgó por aquella región.

Hoy es la fiesta de San Antonio María Zaccaria, patrono de médicos

San Antonio María Zaccaria fue un médico y sacerdote italiano, fundador de los Clérigos Regulares de San Pablo (Barnabitas) y de otras familias espirituales. Asimismo fue el creador de la fiesta de “La Adoración de las 40 horas”. Se le cuenta entre los numerosos santos fundadores del siglo XVI.

Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de padre antes de cumplir un año, y fue su madre quien se dedicó completamente a proporcionarle los cuidados necesarios y a sembrar en él la semilla de la fe. Gracias a ella, el niño pudo crecer consciente del amor y la providencia de Dios.

A los 22 años se graduó de médico, lleno del deseo de servir a otros con su profesión. Tenía la ilusión de poder salvar muchas vidas y, por qué no, almas. Aunque sin saberlo en ese momento, Antonio María había empezado el camino del servicio que lo llevaría al sacerdocio.

Unos años después, animado por su director espiritual, empezó a estudiar filosofía y teología. Con el tiempo, ya rendido su corazón al llamado de Dios, se ordenó sacerdote. Antonio María se había hecho médico de cuerpos y almas.

Más adelante se trasladó a Milán. Allí fundó a los Clérigos Regulares de San Pablo (Barnabitas), las Hermanas Angélicas de San Pablo y Laicos de San Pablo; e instituyó la fiesta de “La Adoración de las 40 horas”, en virtud de su gran amor a la Sagrada Eucaristía.

A San Antonio María le tocó vivir los tiempos difíciles de la reforma protestante proclamada en Alemania por Martín Lutero. Él fue uno de los que con su enorme labor apostólica preparó el terreno de la gran contrarreforma que la Iglesia Católica llevaría a cabo en el Concilio de Trento.

San Antonio María Zaccaria falleció el 5 de julio de 1539 a los 37 años. Algunos de sus biógrafos han llegado a afirmar que su labor apostólica fue tan grande que es como si hubiera trabajado 30 años más de los que finalmente vivió. Aunque murió muy joven, su vida fue una plasmación de aquel versículo del libro de la Sabiduría, en el Antiguo testamento, que dice: “vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si hubiera tenido una vida muy larga”.

El Papa León XIII lo proclamó santo en 1897. Su Fiesta se celebra el 5 de julio de cada año

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