Dios en la Tierra

Hoy es fiesta de Santa Edith Stein, judía conversa y víctima de los nazis

9 de Agosto de 2020. 19° Domingo del Tiempo Ordinario. Mensaje de audio del Padre Alfredo Nicola.

 

Primer Libro de los Reyes
19, 9a.11 – 13a.

Allí, Elías entró en la gruta y pasó la noche. Entonces le fue dirigida la palabra del Señor.
El Señor le dijo: “Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor”. Y en ese momento el Señor pasaba . Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto . Pero el Señor no estaba en el terremoto.
Después del terremoto, se encendió un fuego . Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave .
Al oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta. Entonces le llegó una voz, que decía: “¿Qué haces aquí, Elías?”.

Salmo 85 (84), 9ab-10.11-12.13-14.
Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz,
Su salvación está muy cerca de sus fieles,
y la Gloria habitará en nuestra tierra.

El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo.

El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos.

Carta de san Pablo a los Romanos
9,1-5.
Digo la verdad en Cristo, no miento, y mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo.
Siento una gran tristeza y un dolor constante en mi corazón.
Yo mismo desearía ser maldito, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, los de mi propia raza.
Ellos son israelitas: a ellos pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto y las promesas.
A ellos pertenecen también los patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén.

Evangelio según san Mateo
14, 22 – 33.
Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas . Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. “Es un fantasma”, dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: ” Tranquilícense, soy yo; no teman “.
Entonces Pedro le respondió: “Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua”.
“Ven”, le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: ” Señor, sálvame “.
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo , mientras le decía: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: “Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios”.

Propósitos
¿Dónde está Dios en el día a día? ¿Cuál es esa “brisa suave” en la que se manifiesta? ¿Y si puedo ser yo mismo brisa suave para los demás? ¿Qué significa hacer presente al Maestro en nuestra barca? ¿Y si nos dejamos sostener de la mano para no hundirnos?
¡Amén y adelante!

P. Alfredo Nicola
(Argentina)

Hoy es fiesta de Santa Edith Stein, judía conversa y víctima de los nazis

Edith Stein (1891-1942) -quien adoptaría el nombre religioso de Sor Teresa Benedicta de la Cruz- nació en Breslau, una ciudad de Alemania que posteriormente pasó a ser parte de Polonia. Nació en el seno de una familia judía y se educó en el judaísmo. Sin embargo, durante su adolescencia y los primeros años de juventud empezó a cuestionar su religión y llegó a abrazar el ateísmo.

Años más tarde, se convirtió en estudiante de filosofía en la universidad de Gotinga (Gottingen). Fue allí donde tomó contacto con la fenomenología, novedosa perspectiva filosófica que pretendía la renovación de las ciencias y el saber. Como Edith destacó por su brillantez, el filósofo Edmund Husserl -padre de la fenomenología- la escogió como asistente de cátedra, incluso antes que a Martín Heidegger (uno de los filósofos más importantes del siglo XX). Finalmente, Edith obtuvo el título de Filosofía de la Universidad de Friburgo.

Por su elevado sentido de la solidaridad, se enlistó en la Cruz Roja como enfermera durante la Primera Guerra Mundial. Edith destacó por su amabilidad y espíritu de servicio.

En 1921, Edith decide visitar a una amiga que había quedado viuda, con el propósito de hacerle compañía. Grande fue su sorpresa al encontrarla con una serenidad y resignación inesperadas. Edith quedó impactada por la paz y la fe que irradiaba esta mujer a pesar del natural dolor a causa de su pérdida. Su amiga le confesó que era la fe en Dios la que la sostenía. Es así que Edith se interesó por conocer la fuente de aquella paz espiritual, y empezó por leer la vida de Santa Teresa de Jesús.

El contacto con la vida de Santa Teresa la cambió profundamente. Se sumió en una crisis existencial que la condujo a cuestionar el sentido de su propia vida. Después de meses de purificación personal pidió ser bautizada. Entonces buscó la ayuda de un sacerdote y, después de una etapa de preparación, recibió el sacramento en 1922. Había encontrado aquello que buscó siempre, desde lo más hondo de su ser. Edith decía que al haberse hecho católica, de una manera muy peculiar, “se siente más judía”, porque un judío aguarda por un mesías, y Ella lo había encontrado. Jesucristo es ahora el sentido de toda su fe y vida.

Poco a poco brotarán otros cuestionamientos en ella y aparece la inquietud vocacional. Edith continúa su itinerario personal acompañada de un director espiritual. Ingresa a trabajar como maestra en la escuela de formación de maestras de las dominicas de Santa Magdalena, dicta conferencias, traduce libros, destaca profesionalmente, y cada vez que puede se escapa para encontrar la paz que necesita en la abadía benedictina de Beuron.

La situación política en Alemania empieza a empeorar, son años de deterioro moral en su país. A pesar de ello, Edith no se desanima e ingresa al Carmelo, en Colonia. Con ese paso, Edith rompe definitivamente con su pasado y renuncia al prestigio y la fama del mundo académico. El 15 de abril de 1934 toma el hábito carmelita y cambia su nombre a Teresa Benedicta de la Cruz.

Para ese momento, la situación de los judíos había empeorado muchísimo y Edith pide ser trasladada de monasterio para no poner en riesgo a las hermanas religiosas del lugar. Edith es enviada a una comunidad en Holanda, junto con su hermana Rosa, quien también se había convertido al cristianismo y servía como hermana lega. Los nazis amenazan con deportar a los judíos de Europa, incluyendo a los conversos.

El curso que había tomado el partido nazi generó el rechazo del mundo libre y la condena de las religiones de Europa. La Iglesia Católica tiene en la figura del Papa Pío XII un bastión en defensa del pueblo judío. A pesar de las innumerables presiones que recibió, Pio XII se mantiene firme.

Las fuerzas nazis de ocupación en Holanda declaran a todos los católicos judíos como “apátridas”, por lo que deberán ser detenidos. Un cuerpo militar nazi ingresa al convento carmelita donde vive Edith y Rosa y se las llevan.

Ambas fueron trasladadas al campo de concentración de Westerbork. Edith, en medio de aquella situación extrema, se preocupa por ayudar y consolar a sus compañeros de prisión. Las condiciones en las que vivían incluían las humillaciones, la tortura y, por supuesto, la muerte.

Semanas después, Edith y Rosa son enviadas al campo de concentración de Auschwitz, junto a unos mil judíos. Las hermanas llegan el 9 de agosto de 1942. Poco después, sucede lo inevitable: los recién llegados prisioneros son organizados para ser conducidos a la cámara de gas. Santa Edith es ejecutada en uno de esos grupos. Murió ofreciendo su vida por la salvación de las almas, la liberación de su pueblo y la conversión de Alemania.

Santa Edith Stein fue canonizada por San Juan Pablo II en 1998, quien le dio el título de “mártir por amor”. En octubre de 1999 fue declarada copatrona de Europa.

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