El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: “Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos:
Otros afirmaban: “Es Elías”. Y otros: “Es un profeta como los antiguos”.
Pero Herodes, al oír todo esto, decía: “Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado”.
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.
Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”.
Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.
La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”.
Y le aseguró bajo juramento: “Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”.
Ella fue a preguntar a su madre: “¿Qué debo pedirle?”. “La cabeza de Juan el Bautista”, respondió esta.
La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: “Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”.
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla.
En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Amén y ¡ adelante !
Hoy es la fiesta de San Jerónimo Emiliani, patrono de huérfanos y jóvenes abandonados
San Jerónimo Emiliani fue un laico italiano que se consagró al servicio de los pobres y fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de Somasca, con la que ayudó niños huérfanos de escasos recursos.
Jerónimo nació en Venecia (Italia) en 1486.
De joven fue militar y llegó a ser comandante de las fuerzas que defendían la fortaleza de Castelnouvo de Quero. Sin embargo, al ser apresado en su propio castillo, inicia su camino de conversión y le pide a la Virgen María por su liberación.
En el silencio de la cárcel Jerónimo encontró la amistad con Dios por medio de la oración y la meditación. Y un día, de forma inesperada, se liberó de los grilletes y logró salir sin oposición alguna.
Tras esta experiencia volvió a Venecia para dirigir la educación de sus sobrinos, y su tiempo libre lo consagró al estudio de la teología y a las obras de caridad.
En 1518 los hospitales y las casas de los pobres fueron sus destinos favoritos.
En 1531, tras la propagación de la peste del cólera, Jerónimo fue a Verona e indujo a los ciudadanos a construir un hospital; en Brescia erigió un orfanato; y en Bérgamo, uno para muchachos, y otro para muchachas. Allí también fundó la primera casa para mujeres de mala vida que deseaban hacer penitencia.
Con dos sacerdotes, Alejandro Besuzio y Agustín Bariso, ahora unidos a sus obras de caridad, fundó en 1532 una sociedad religiosa, colocando la casa matriz en Somasca (entre Milán y Bérgamo).
La Congregación, que en la actualidad cuenta con unas 75 casas en el mundo con unos 500 religiosos, se dedicó desde un inicio al cuidado de los huérfanos, pobres, enfermos, y ordenó que el hospedaje, la comida y la ropa, llevarán la marca de la pobreza religiosa.
Jerónimo falleció el 8 de febrero de 1537 a los 56 años. Después de muerto hizo numerosos milagros.
Fue beatificado por el Papa Benito XIV en 1747 y canonizado por el Papa Clemente XIII en 1767. Después el Pontífice Pío XI lo declaró Patrono de los niños huérfanos en 1928.
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