Dios en la Tierra

Hoy es la fiesta del Papa San Clemente I, impulsor de la paz y la concordia

23 de noviembre. Martes de la trigésimo cuarta semana del Tiempo Ordinario. El santoral recuerda al Beato Miguel Agustín Pro y a San Clemente. Evangelio de hoy.

Primera Lectura
Daniel 2:31-45
31
«Tú, oh rey, has tenido esta visión: una estatua, una enorme estatua, de extraordinario brillo, de aspecto terrible, se levantaba ante ti.
32
La cabeza de esta estatua era de oro puro, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y sus lomos de bronce,
33
sus piernas de hierro, sus pies parte de hierro y parte de arcilla.
34
Tú estabas mirando, cuando de pronto una piedra se desprendió, sin intervención de mano alguna, vino a dar a la estatua en sus pies de hierro y arcilla, y los pulverizó.
35
Entonces quedó pulverizado todo a la vez: hierro, arcilla, bronce, plata y oro; quedaron como el tamo de la era en verano, y el viento se lo llevó sin dejar rastro. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra.
36
Tal fue el sueño: ahora diremos ante el rey su interpretación.
37
Tú, oh rey, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado reino, fuerza, poder y gloria
38
– los hijos de los hombres, las bestias del campo, los pájaros del cielo, dondequiera que habiten, los ha dejado en tus manos y te ha hecho soberano de ellos -, tú eres la cabeza de oro.
39
Después de ti surgirá otro reino, inferior a ti, y luego un tercer reino, de bronce, que dominará la tierra entera.
40
Y habrá un cuarto reino, duro como el hierro, como el hierro que todo lo pulveriza y machaca: como el hierro qué aplasta, así él pulverizará y aplastará a todos los otros.
41
Y lo que has visto, los pies y los dedos, parte de arcilla de alfarero y parte de hierro, es un reino que estará dividido; tendrá la solidez del hierro, según has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla.
42
Los dedos de los pies, parte de hierro y parte de arcilla, es que el reino será en parte fuerte y en parte fragil.
43
Y lo que has visto: el hierro mezclado con la masa de arcilla, es que se mezclarán ellos entre sí por simiente humana, pero no se aglutinarán el uno al otro, de la misma manera que el hierro no se mezcla con la arcilla.
44
En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, y este reino no pasará a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos estos reinos, y él subsistirá eternamente:
45
tal como has visto desprenderse del monte, sin intervención de mano humana, la piedra que redujo a polvo el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande ha dado a conocer al rey lo que ha de suceder. Tal es verdaderamente el sueño, y su interpretación digna de confianza.»

Salmo Responsorial
Daniel 3:57-61
57
Obras todas del Señor, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente.
58
Angeles del Señor, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente.
59
Cielos, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente.
60
Aguas todas que estáis sobre los cielos, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente.
61
Potencias todas del Señor, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente.

Evangelio
Lucas 21:5-11
5
Como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo:
6
«Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.»
7
Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?»
8
El dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy” y “el tiempo está cerca”. No les sigáis.
9
Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.»
10
Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
11
Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo.

Hoy es la fiesta del Papa San Clemente I, impulsor de la paz y la concordia

Cada 23 de noviembre la Iglesia celebra la fiesta de San Clemente I Papa, cuarto Papa y tercer sucesor de Pedro; además se le considera el primer Padre Apostólico. Clemente forma parte de aquellas figuras decisivas que contribuyeron a configurar el cristianismo primitivo.

“Revistámonos de concordia, manteniéndonos en la humildad y en la continencia, apartándonos de toda murmuración y de toda crítica, manifestando nuestra justicia más por medio de nuestras obras que con nuestras palabras”, escribió el Papa San Clemente I en una carta escrita a los miembros de la Iglesia en Corinto.

San Clemente I, conocido también como San Clemente Romano, fue elegido pontífice en el año 88 y murió mártir en el año 97 (c.99). Clemente murió ejecutado en medio de la persecución: fue arrojado al mar encadenado a un ancla.

Otra figura importante de la Iglesia de los primeros siglos, San Ireneo de Lyon, da testimonio sobre su fidelidad a Cristo, al tiempo que lo coloca en la lista de los sucesores de Pedro. De Clemente, Ireneo escribe: “Había visto a los Apóstoles”; “se había encontrado con ellos”; “todavía resonaba en sus tímpanos su predicación, y tenía ante los ojos su tradición”. Dadas las afirmaciones tan contundentes del gran Obispo de Lyon, la Iglesia lo considera uno de los Padres Apostólicos junto a San Policarpo de Esmirna y San Ignacio de Antioquía.

Durante su pontificado, Clemente I restableció el sacramento de la Confirmación de los cristianos según el rito de San Pedro. Además, con su venia, se empezó a usar en el rito católico (universal) la palabra “amén” (así sea), como señal de conformidad y adhesión expresada en la liturgia.

Clemente intervino con sabiduría en muchos problemas de las comunidades cristianas, especialmente de las más alejadas de Roma. Dio orientaciones para en casi todos los temas aparecidos en ese momento, mostrando su delicadeza de espíritu y preocupación pastoral. En todo momento el santo dejó entrever la conciencia que tenía de ser el representante de Cristo en la tierra y, por lo tanto, de que su tarea como pontífice era salvaguardar la unidad.

Un hermoso ejemplo de lo dicho anteriormente puede verse en la carta que envió a los corintios, en razón de las constantes desobediencias a sus sacerdotes. San Clemente, en todo esto, no hizo sino seguir las huellas de San Pablo:

“¿A qué vienen entre vosotros contiendas y riñas, banderías, escisiones y guerras. ¿O es que no tenemos un solo Dios y un solo Cristo y un solo Espíritu de gracia que fue derramado sobre nosotros? ¿No es uno solo nuestro llamamiento en Cristo?… Arranquemos, pues, con rapidez ese escándalo y postrémonos ante el Señor, suplicándole con lágrimas sea propicio con nosotros, nos reconcilie consigo y nos restablezca en el sagrado y puro comportamiento de nuestra fraternidad”.

San Clemente Papa, ruega por la Iglesia.

Beato P. Miguel Pro, mártir de la Guerra Cristera en México

El Beato Miguel Agustín Pro, a quien celebramos hoy 23 de noviembre, nació en Zacatecas, México, en 1891. Dado que su familia poseía unas minas, Miguel pasó su infancia recorriéndolas y compartiendo la vida de los trabajadores mineros. Todos reconocían en Miguel a un niño con un gran sentido del humor y alegría, poseedor de un gran talento para dibujar, especialmente caricaturas.

Cuando, años más tarde, sus hermanas emprendieron el camino de la vida religiosa, su madre, viendo que Miguel se sentía un poco solo y triste, le propuso que fuera a un retiro, a ver si Dios lo llamaba a él también. Así, el jovencito se propuso asistir a un retiro vocacional organizado por los jesuitas, del que saldría decidido a hacerse sacerdote en la Compañía de Jesús.

Poco después, con los 20 años cumplidos, fue aceptado en el seminario. Lamentablemente, la situación social y política en México era cada vez más hostil con la Iglesia Católica, por lo que él y sus compañeros fueron enviados a estudiar a California. De ahí sería enviado a España, donde culminó su formación y fue ordenado sacerdote a los 24 años, en 1925.

Cuando retornó a México, el Beato encontró un país devastado por la violencia, en el que los cristianos eran perseguidos y tenían que resistir innumerables abusos del gobierno. Entonces, al Padre Miguel Pro no le quedó otra salida que ejercer su trabajo pastoral en la clandestinidad.

El Padre Miguel se preocupó siempre porque a sus feligreses no les faltara la asistencia espiritual, y se propuso firmemente darles acceso a la Eucaristía. Organizó una suerte de “estaciones” o “paradas” secretas en la ciudad para distribuir la comunión. A ellas llegaron a asistir en total más de mil personas. Además, como muchos otros valientes sacerdotes, el P. Miguel celebraba misas y adoraciones eucarísticas en las que participaban gentes de toda edad y condición social, muy unidas en la fe.

El presidente Plutarco Elías Calles, habiendo tomado noticia de este tipo de actividades, se propuso acabar con ellas y organizó a la policía para tal fin. Se arrestó primero a muchos líderes católicos y luego casi a cualquiera que intentase practicar su fe. A los detenidos se les torturó con crueldad y en la mayoría de casos se les ejecutó -sin proceso judicial alguno-. Mientras tanto, el Padre Miguel se las ingeniaba para escabullirse y continuar con su servicio sacerdotal.

En una oportunidad, el Padre Pro se encontraba dando una charla espiritual a un centenar de jovencitas en un teatro, cuando la policía inició una redada para detenerlo. El Padre Miguel, gracias a la colaboración de las asistentes, pudo huir entre las casas aledañas, sin que nadie lo delatase.

En otra ocasión, el Padre iba en un taxi y se percató de que lo seguían. Entonces pidió al taxista que siguiera avanzando, mientras él disimuladamente se lanzaba a la calle. Una vez en el suelo, hizo como que se reponía y empezaba a andar entre la gente como borracho, con el propósito de despistar a las autoridades. Cuando los persecutores pudieron reconocerlo, el Beato ya estaba fuera de su alcance.

El Padre Pro llegó a ser uno de los líderes principales de la resistencia católica, aglutinada bajo el lema “Viva Cristo Rey”. Por ello, se convirtió en un objetivo primordial del aparato de represión estatal. Era cuestión de tiempo que cayera detenido. Y, sin duda, una vez arrestado, el gobierno no tendría ningún escrúpulo en deshacerse de él.

Así, poco tiempo después, el Padre Pro fue arrestado junto a su hermano Humberto y un grupo de fervientes católicos, quienes fueron acusados de conspiradores para derrocar al gobierno. Sin mediar juicio alguno, al beato Pro se le condenó a morir fusilado.

El 23 de noviembre de 1927, el Padre Miguel Agustín Pro fue presentado ante el pelotón de fusilamiento, negó haber participado en conspiración alguna, pidió se le diese un momento para rezar, se arrodilló y dijo: “Señor, Tú sabes que soy inocente. Perdono de corazón a mis enemigos”.

Antes de ser fusilado, se puso de pie y extendió los brazos en cruz, sosteniendo el Santo Rosario en una mano y el crucifijo en la otra. Luego gritó: “¡Viva Cristo Rey!”. Después de la descarga, su cuerpo cayó a tierra como una ofrenda puesta a los pies del Señor. El Padre Pro había ofrendado, así, su vida por fidelidad al Evangelio, convirtiéndose en uno más de los valientes mártires de la guerra cristera.

El Beato José Ramón Miguel Agustín Pro Juárez fue beatificado por San Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.

Fuente: ACI

error: Si reproduce información de este medio, por favor, citar la fuente
WhatsApp chat