Dios en la Tierra

Hoy la Iglesia celebra a San Calixto, el Papa de las Catacumbas

14 de octuibre. Jueves de la vigesimoctava semana del Tiempo Ordinario. El santoral recuerda a San Calixto I y a San Gaudencio de Rimini.

Carta de San Pablo a los Romanos 3,21-30a.

Pero ahora, sin la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los Profetas:
la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo, para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción:
todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,
pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús.
El fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe. De esa manera, Dios ha querido mostrar su justicia:
en el tiempo de la paciencia divina, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, y en el tiempo presente, siendo justo y justificado a los que creen en Jesús.
¿Qué derecho hay entonces para gloriarse? Ninguna. Pero, ¿en virtud de qué ley se excluye ese derecho? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la ley de la fe.
Porque nosotros estimamos que el hombre es justificando por la fe, sin las obras de la Ley.
¿Acaso Dios es solamente el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los paganos? Evidentemente que sí,
porque no hay más que un solo Dios, que justifica por medio de la fe tanto a los judíos circuncidados como a los paganos incircuncisos.

Salmo 130(129),1-2.3-4ab.5-6ab.

Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido.

Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.
Mi alma espera en el Señor,
más que el centinela la aurora.

Evangelio según San Lucas 11,47-54.

Dijo el Señor:
«¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!
Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.
Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo:
desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.»
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas
y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.

Hoy la Iglesia celebra a San Calixto, el Papa de las Catacumbas

San Calixto (Roma, c. 155 – c. 222) fue el decimosexto Papa de la Iglesia Católica. Su periodo de pontificado abarcó de 217 a 222. La fiesta de este Papa se celebra cada 14 de octubre.

Calixto fue el primer Papa liberto. Es decir, tuvo la condición de esclavo, sometido al trabajo en las minas, pero que pudo obtener su libertad. Una vez libre, se entregó completamente al servicio de la comunidad cristiana.

San Ceferino, su predecesor en el papado, lo convirtió en su hombre de confianza y le encargó el cuidado y administración de las catacumbas -inicialmente el cementerio cristiano- pero que, como se sabe, se convirtieron en lugar de refugio para los cristianos perseguidos. Bajo su administración las catacumbas llegaron a tener hasta 4 niveles y más de 20 kilómetros de corredores. Hoy, las Catacumbas de San Calixto son uno de los principales lugares históricos de Roma. En ella reposan los restos de varios papas, mártires y santos.

A la muerte de San Ceferino en el 217, Calixto fue elegido Sumo Pontífice. Durante su pontificado soportó la férrea oposición de Hipólito, quien lo acusó de ser indigno de su cargo. Para Hipólito un liberto carecía de la dignidad apropiada para conducir la Iglesia. Además, se opuso a que hombres que hubiesen dejado atrás la poligamia o el concubinato pudiesen ser ordenados sacerdotes, aún habiendo pedido perdón y convertido sus vidas a Cristo. Similares restricciones y rechazos pretendía Hipólito para otros cristianos conversos, o para aquellos que habían cometido apostasía y querían regresar al seno de la Iglesia. El espíritu pastoral de Calixto rechazó todas estas formas de rigorismo por considerarlas contrarias al mandato de Cristo sobre la caridad.

Lejos de cambiar de actitud, Hipólito también acusó sin éxito a Calixto de ser un propagador de herejías sobre la Trinidad.

Víctima de la persecución contra los cristianos, San Calixto fue llevado a una mazmorra, sin comida y sin luz. Semanas después fue encontrado tranquilo y saludable. Hoy, la tradición conserva el testimonio de sus palabras:

“Acostumbré a mi cuerpo a pasar días y semanas sin comer ni beber, y esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy capaz de resistir sin desesperarme”.

Entonces la autoridad imperial dispuso que lo echaran a un profundo pozo y que la boca del hoyo fuera cubierta con tierra y escombros. San Calixto murió enterrado. Se dice que sobre aquel lugar se alza la Iglesia de Santa María en Trastevere. Las actas de los mártires dan cuenta de que San Calixto fue el segundo Papa mártir, después de San Pedro.

 

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