Dios en la Tierra

Hoy se conmemora a los beatos colombianos de San Juan de Dios

10 Abril. Sábado de la Octava de Pascua. 

Libro de los Hechos de los Apóstoles 4,13-21.

Los miembros del Sanedrín estaban asombrados de la seguridad con que Pedro y Juan hablaban, a pesar de ser personas poco instruidas y sin cultura. Reconocieron que eran los que habían acompañado a Jesús,
pero no podían replicarles nada, porque el hombre que había sido curado estaba de pie, al lado de ellos.
Entonces les ordenaron salir del Sanedrín y comenzaron a deliberar,
diciendo: “¿Qué haremos con estos hombres? Porque no podemos negar que han realizado un signo bien patente, que es notorio para todos los habitantes de Jerusalén.
A fin de evitar que la cosa se divulgue más entre el pueblo, debemos amenazarlos, para que de ahora en adelante no hablen de ese Nombre”.
Los llamaron y les prohibieron terminantemente que dijeran una sola palabra o enseñaran en el nombre de Jesús.
Pedro y Juan les respondieron: “Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos a ustedes antes que a Dios.
Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído”.
Después de amenazarlos nuevamente, los dejaron en libertad, ya que no sabían cómo castigarlos, por temor al pueblo que alababa a Dios al ver lo que había sucedido.

Salmo 118(117),1.14-15ab.15c.16-18.19-21.

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
El Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos.

«La mano del Señor hace proezas,
La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.»
No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor.
El Señor me castigó duramente,

pero no me entregó a la muerte.
«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella.»
Yo te doy gracias porque me escuchaste

y fuiste mi salvación.

Evangelio según San Marcos 16,9-15.

Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios.
Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban.
Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.
Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado.
Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron.
En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado.
Entonces les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.”

Hoy se conmemora a los beatos colombianos de San Juan de Dios

Hoy, 10 de abril, se recuerda a los siete jóvenes colombianos de la Comunidad de San Juan de Dios que fueron asesinados en España por comunistas y anarquistas durante la guerra civil española, tras el levantamiento del General Francisco Franco en 1936.

Sus nombres son Juan Bautista Velásquez, Esteban Maya, Melquiades Ramírez de Sonsón, Eugenio Ramírez, Rubén de Jesús López, Arturo Ayala y Gaspar Páez Perdomo de Tello. Ellos se encontraban estudiando y trabajando en España cuando el conflicto estalló. Estos jóvenes religiosos se dedicaban a asistir a personas con enfermedades mentales o en estado de abandono.

Desde 1934, España padecía una fuerte convulsión política, que incluyó una campaña de hostigamiento contra los católicos. Comunistas, masones y grupos radicales de izquierda se habían convertido en crueles perseguidores de quienes deseaban vivir libremente su fe. En pocos meses fueron destruidos más de mil templos católicos en todo el territorio nacional, mientras otros dos mil sufrieron serios daños. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles de laicos.

Entre las miles de víctimas estuvieron estos siete jóvenes de la Comunidad de San Juan de Dios, llegados a España para perfeccionar sus estudios de enfermería y a trabajar con los pacientes internos en el centro médico de Ciempozuelos, cerca de Madrid.

A aquel lugar llegaron hombres enviados por el gobierno comunista español con la orden de detener las labores de cuidado y desalojar a todos los trabajadores. El objetivo era tomar el control de la institución y colocar empleados afines al gobierno marxista (personal sin formación médica ni capacidad para gestionar el recinto médico). Los jóvenes colombianos fueron hechos prisioneros y llevados a una cárcel de la capital.

La cancillería colombiana en el país pudo intervenir a tiempo y consiguió que los jóvenes fuesen puestos en libertad. Además, la Comunidad de San Juan de Dios gestionó los pasajes y viáticos para su retorno a Colombia.

Sin embargo, lo que vino después estuvo marcado por la tragedia. A pesar de los esfuerzos desplegados, oficiales del gobierno interceptaron al grupo de jóvenes antes de que pudiesen abordar el tren que los transportaría a Barcelona, ciudad de donde partirían a Colombia, y los ejecutaron. El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul de Colombia en España, tuvo que limitarse a identificar los cadáveres en el Hospital Clínico del país y comunicar los hechos a la congregación religiosa.

Pese a las protestas de las autoridades colombianas a través de su cancillería en España, el gobierno comunista jamás realizó investigación alguna para esclarecer lo sucedido.

El Papa Juan Pablo II beatificó a estos siete religiosos en 1992, convirtiéndose en los primeros beatos del país latinoamericano.

 

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