Dios en la Tierra

Hoy se conmemora al Beato Santiago Alberione, considerado patrono de Internet

26 Noviembre. Jueves de la trigésimo cuarta semana del Tiempo Ordinario. El santoral recuerda además a San Leonardo Puerto, San Tomás Dinh Viet Du y San Juan Berchams.

Apocalipsis 18,1-2.21-23.19,1-3.9a.

Yo, Juan, vi que otro Angel descendía del cielo con gran poder, mientras la tierra se iluminaba con su resplandor.
Y gritó con voz potente: “¡Ha caído, ha caído Babilonia, la grande! Se ha convertido en refugio de demonios, en guarida de toda clase de espíritus impuros y en nido de aves impuras y repugnantes.
Y un Angel poderoso tomó una piedra del tamaño de una rueda de molino y la arrojó al mar, diciendo: “Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la gran Ciudad, y nunca más se la verá”.
Ya no se escuchará dentro de ti el canto de los que tocan el arpa y de los músicos, de los flautistas y de los trompetistas; ya no se encontrarán artesanos de los diversos oficios, ni se escuchará el sonido de la rueda del molino.
No volverá a brillar la luz de la lámpara, ni tampoco se escuchará la voz de los recién casados. Porque tus comerciantes eran los grandes de la tierra, y con tus encantos sedujiste a todos los pueblos.
Después oí algo parecido al clamor de una enorme multitud que estaba en el cielo, y exclamaba: “¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos. El ha condenado a la famosa Prostituta que corrompía la tierra con su lujuria, y ha vengado en ella la sangre de sus servidores”.
Y volvieron a decir: “¡Aleluya! La humareda de la Ciudad se eleva por los siglos de los siglos”.
Después el Angel me dijo: “Escribe esto: Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero”.

Salmo 100(99),2.3.4.5.

Sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.

Reconozcan que el Señor es Dios:
él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entren por sus puertas dando gracias,
entren en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan su Nombre.

¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.

Evangelio según San Lucas 21,20-28.

Jesús dijo a sus discípulos:
“Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima.
Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella.
Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.
¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo.
Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas.
Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”.

Amén

Hoy se conmemora al Beato Santiago Alberione, considerado patrono de Internet

El 26 de noviembre se recuerda al Beato Santiago Alberione, fundador de la “Familia Paulina” y considerado patrono de Internet. Él prometió que “desde la Casa del Padre, me preocuparé de los comunicadores y de todos aquellos que trabajan con los medios más modernos y eficaces”.

Santiago Alberione nació en Italia en 1884 en una familia campesina. Siendo niño, la maestra le preguntó qué es lo que quería ser cuando fuera grande y él respondió: “quiero ser cura”.

A los 16 años ingresó al seminario de Alba y conoció al canónigo Francisco Chiesa, quien fue su guía espiritual por 46 años. Interpelado por la encíclica “Tametsi Futura” (sobre Jesucristo Redentor) del Papa León XIII, la noche del 31 de diciembre de 1900, Alberione rezó por horas ante el Santísimo Sacramento.

En ese momento, una “luz especial” apareció sobre la hostia consagrada y se sintió profundamente llamado a servir al Señor en los hombres del nuevo siglo.

Fue ordenado sacerdote en 1907 y, en medio del trabajo pastoral y del estudio de la sociedad civil y eclesial, comprendió que Dios lo animaba a predicar el Evangelio a todos los pueblos, en el espíritu del Apóstol Pablo y con los modernos medios de comunicación.

Es así que en agosto de 1914, el P. Alberione inició la “Familia Paulina” con la fundación de la Pía Sociedad de San Pablo. Posteriormente inició la Congregación de las Hijas de San Pablo, las Pías Discípulas del Divino Maestro, las Hermanas de Jesús Buen Pastor y el Instituto Regina Apostolorum.

A ellos se sumaron los institutos de vida secular consagrada como San Gabriel Arcángel, Virgen de la Anunciación, Jesús Sacerdote y Santa Familia. En total, 10 instituciones en las que también se incluye a los Cooperadores Paulinos.

Fue un gran impulsor de la impresión de ediciones populares de libros sagrados y diversas publicaciones de formación católica, litúrgica y pastoral.

En 1962 fue invitado a participar del Concilio Vaticano II y San Juan XXIII decía de él: “este sí que es un gran hombre de Dios”. Al final de su vida, el Beato Alberione fue visitado por su amigo el Beato Papa Pablo VI.

Partió a la Casa del Padre un 26 de noviembre de 1971 y fue beatificado por San Juan Pablo II en 2003, en el día de la Solemnidad de la Divina Misericordia.

Según los Paulinos en España en el 2002 el Vaticano llamó a los fieles para que propongan un patrono de internet y la votación se realizó en la página italiana Santi e Beati en el 2003. Santiago Alberione quedó en primer lugar y tras su beatificación fue nombrado Patrono de las Comunicaciones y de Internet por el Colegio de Cardenales.

Hoy también celebramos a San Juan Berchmans, “el hermano alegre” de los jesuitas

San Juan Berchmans nació en 1599 en Bélgica. Fue miembro de una familia sencilla. Su padre trabajaba como zapatero y su madre se dedicaba a los quehaceres de la casa. Ella tenía una salud muy precaria, por lo que el pequeño Juan se encargaba de cuidar a sus hermanos menores y de ayudar a su mamá. A los 10 años consiguió su primer empleo, gracias a la ayuda de un sacerdote amigo. Con lo que ganaba ayudaba en los gastos familiares.

Años después se trasladó a Malinas, donde trabajó como empleado de un canónico como preceptor de niños. Muy pronto se abriría en la ciudad un colegio jesuita, al que Berchmans decidió ingresar.

Siendo un buen estudiante, Juan quedó impresionado con la espiritualidad jesuita y comenzó a pensar en hacerse hijo de San Ignacio. Su padre se opuso rotundamente a tal consideración, pero al mismo tiempo quedó impresionado por la determinación de su hijo. Estando en el noviciado jesuita, Juan recibió la noticia de que su madre estaba agonizando. Lamentablemente, Juan no pudo regresar a casa. Una hermosa carta, llena de consuelo espiritual, llegó a manos de su padre. Era Juan, expresando de manera notable su esperanza en Dios en medio de la dolorosa circunstancia, y la seguridad en las promesas de Dios. En ese momento, su padre entendió que la vocación de su hijo iba en serio.

En 1618 fue enviado al Colegio Romano de los jesuitas, en la Ciudad Eterna. Allí destacó en los estudios y deberes. Poseía una habilidad especial para los idiomas. Conocía muy bien lenguas como el inglés, el francés, alemán, flamenco, italiano, latín y griego.

A Juan en el seminario lo llamaban “el hermano alegre”, porque siempre era amable, jovial y atento con todos. A varios hermanos jesuitas les bastaba su presencia para ponerse contentos. Esto resultaba bastante llamativo, cada vez que el buen Juan admitía cuánto le costaba vivir con personas tan distintas a él. Cuánto bien le brotaba del corazón, se lo atribuía a la Madre de Dios. Tenía una tierna devoción por Ella. Estaba convencido de la centralidad que María tenía en la salvación de cada persona. Juan solía decir: “si logro amar a María, tengo segura mi salvación; perseveraré en la vida religiosa, alcanzaré cuanto quisiere; en una palabra, seré todopoderoso”. Sin duda, estas palabras no constituían un exceso verbal. Era Juan, tan agradecido con la Virgen, que de alguna manera parafraseaba a San Agustín con su “ama y haz lo que quieras”. Todos los días se repetía: “quiero amar a María”. El Padre Juan Berchman llegó a hacerle esta promesa a la Virgen: “afirmar y defender dondequiera la Inmaculada Concepción de la Virgen María”.

Luego de un certamen en el seminario, Juan tuvo que ser ingresado a la enfermería por unos dolores de cabeza. Su superior ya se había percatado meses antes de estos malestares y de su cansancio crónico, pero casi nadie lo había tomado como un síntoma grave, debido a que Berchmans siempre estaba atento a servir y a realizar sus deberes.

Su salud fue decayendo bruscamente hasta que partió a la Casa del Padre el 13 de agosto de 1621, en palabras de sus amigos, como consecuencia de un “total agotamiento”. Es muy probable que haya padecido una afección pulmonar. Tenía solo 20 años.

Fue beatificado en 1865 por el Beato Pío IX y canonizado en 1888 por el Papa León XIII. Su fiesta se celebra cada 26 de noviembre.

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