Dios en la Tierra

Hoy se inicia la Novena a los Ángeles Custodios

23 Septiembre. Miércoles de la vigésimoquinta semana del Tiempo Ordinario. El santoral recuerda a los Santos Niños Mártires Tlaxcaltecas y a San Pío Pietrelcina.

Libro de los Proverbios 30,5-9.

Toda palabra de Dios es acrisolada, Dios es un escudo para el que se refugia en él.
No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y seas tenido por mentiroso.
Hay dos cosas que yo te pido, no me la niegues antes que muera:
aleja de mí la falsedad y la mentira; no me des ni pobreza ni riqueza, dame la ración necesaria,
no sea que, al sentirme satisfecho, reniegue y diga: “¿Quién es el Señor?”, o que, siendo pobre, me ponga a robar y atente contra el nombre de mi Dios.

Salmo 119(118),29.72.89.101.104.163.

Apártame del camino de la mentira,
y dame la gracia de conocer tu ley.

Para mí vale más la ley de tus labios
que todo el oro y la plata.

Tu palabra, Señor, permanece para siempre,
está firme en el cielo.

Yo aparto mis pies del mal camino,
para cumplir tu palabra.

Tus preceptos me hacen comprender:
por eso aborrezco el camino de la mentira.

Odio y aborrezco la mentira;
en cambio, amo tu ley.

Evangelio según San Lucas 9,1-6.

Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.
Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos,
diciéndoles: “No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno.
Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.
Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”.
Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.

Amén

Hoy se inicia la Novena a los Ángeles Custodios

“Invoca a tu Ángel de la Guarda, que te iluminará y te conducirá. Dios te lo ha dado por este motivo. Por tanto válete de él”, decía San Pío de Pietrelcina, quien durante su vida tuvo una gran cercanía con su ángel custodio y que se convirtió en su confidente y consejero.

Cercanos a la fiesta de los ángeles custodios, que se celebra el 2 de octubre, aquí una novena para pedir la intercesión del Ángel de la Guarda y que Dios ha puesto a nuestro lado para que nos proteja, ayude y aliente a seguir a Cristo.

Hoy celebramos a San Pío de Pietrelcina, el sacerdote de los estigmas

“Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”, escribió alguna vez San Pío de Pietrelcina (1887-1968), cuya fiesta se celebra hoy.

San Pío de Pietrelcina fue un fraile y sacerdote italiano, perteneciente a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (O.F.M. Cap.), quien recibió los estigmas de Jesucristo en las manos, los pies y el costado. San Pío de Pietrelcina se hizo célebre también por haber obrado milagros en vida y por los dones extraordinarios que Dios le concedió.

Uno de esos dones tuvo que ver con una extraordinaria capacidad para acercarse y entender el alma humana, a tal punto que muchas veces fue capaz de leer los corazones y las conciencias de quienes se acercaban a él. Esa capacidad para penetrar y desnudar el alma humana, que brotaba de la caridad que movía su corazón al servicio de la gente, lo convirtió en un confesor único. Es sabido que muchos fieles acudían a él con el propósito de confesarse, en busca de ese rostro de Dios que siempre acoge al pecador.

El Padre Pío nació en Pietrelcina, Campania (Italia), el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione pero, cuando recibió el hábito de Franciscano capuchino, tomó el nombre de “Fray Pío”, en honor a San Pío V.

A los cinco años tuvo una visión de Cristo, quien se le presentó como el Sagrado Corazón de Jesús. El mismo Jesús posó su mano sobre la cabeza del pequeño Pío. El niño, en respuesta, le prometió al Señor que sería su servidor, siguiendo los pasos de San Francisco de Asís. Desde entonces, Pío tuvo una vida marcada por una estrechísima relación con Jesús y con su Madre, la Virgen María, quien se le apareció en numerosas oportunidades a lo largo de su vida.

Cumplidos los 15 años, Pío se presenta para ser admitido como franciscano en Morcone. Eran años muy intensos, marcados por repetidas visiones del Señor, en las que le mostraba las luchas que tendría que librar contra el demonio el resto de su vida.

El 10 de agosto de 1910, Pío es ordenado sacerdote. Poco tiempo después enfermó de fiebres y dolores muy fuertes, lo que obligó a sus superiores a enviarlo a Pietrelcina para que se recupere. Años más tarde, en 1916, Pío llega al Monasterio de San Giovanni Rotondo. El Padre Provincial, al ver que su salud había mejorado, le manda permanecer en ese convento, tras cuyas paredes recibió la gracia de los estigmas.

“Era la mañana del 20 de septiembre de 1918. Yo estaba en el coro haciendo la oración de acción de gracias de la Misa… se me apareció Cristo que sangraba por todas partes. De su cuerpo llagado salían rayos de luz que más bien parecían flechas que me herían los pies, las manos y el costado”, describió San Pío a su director espiritual.

“Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado. Las manos, los pies y el costado me sangraban y me dolían hasta hacerme perder todas las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios”, añadió.

El Padre Pío fue un hombre preocupado por los más necesitados. El 9 de enero de 1940 convenció a sus grandes amigos espirituales de fundar un hospital para curar los “cuerpos y también las almas” de la gente necesitada de su región. El proyecto tomó algunos años, pero finalmente se inauguró el 5 de mayo de 1956 con el nombre de “Casa Alivio del Sufrimiento”.

El Padre Pío partió a la Casa del Padre un 23 de septiembre de 1968, después de horas de agonía repitiendo con voz débil “¡Jesús, María!”.

San Juan Pablo II tuvo una especial admiración por él, y no son pocos los que señalan que el Padre Pío, en confesión, le predijo que llegaría a ser Papa. De acuerdo a una carta enviada por el Pontífice a los frailes de San Giovanni Rotondo unos tres años antes de morir (2002), siendo un joven sacerdote, lo conoció y se confesó con él. El contenido de dicha carta solo se pudo hacer público -de acuerdo a la voluntad del Papa- luego de su muerte en 2005. En ella, Juan Pablo II llamaba al Padre Pío “generoso dispensador de la gracia divina, siempre a disposición de todos”. Lo describe, además, como alguien lleno de receptividad y sabiduría espiritual, especialmente en la dispensación del sacramento de la penitencia.

Así, es el mismo San Juan Pablo II quien confirma la razón por la que grandes multitudes de fieles acudían al Convento de San Giovanni Rotondo a buscar al Padre Pío. Como confesor, aparentemente, trató con dureza a los peregrinos, sin embargo, éstos siempre regresaban, conscientes de su grave pecado y genuinamente arrepentidos.

Durante la canonización de San Pío de Pietrelcina, el 16 de junio del 2002, San Juan Pablo II dijo de él: “Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del Padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos”.

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