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Tengo un jardín en mi pared

Era demasiado cemento. El concepto de ciudad verde oxigena y devuelve vida a un entorno urbano que había amenazado la subsistencia de jardines. No es posible derribar edificios para reconstruir parques. Pero la tecnología permite que sobre la verticalidad de ese mismo edificio, puedan construirse plazas a 90 grados.

Los jardines verticales se integraron sin dificultad al paisaje urbano. También importantes cadenas comerciales poblaron de naturaleza sus fachadas. La iniciativa del jardín vertical se multiplica en consorcios y edificios.

A diferencia de las clásicas enredaderas que solían trepar las paredes, los jardines verticales emplean una tecnología menos invasiva sobre los edificios, y permiten a muchas plantas no trepadoras crecer en una pared inhóspita.

El diseñador industrial Matías Goldemberg creó “Polen Urbano” hace un año. Se dedica a producir jardines verticales corporativos, hogareños y para consorcios. Hasta el momento, dio vida a más de veinte. Y asegura que lo mejor, en su emprendimiento, está por venir.

Según el experto, un jardín vertical consiste en el simple montaje de una placa rígida e impermeable, que contiene plantas, sobre una pared. Aunque pueda fabricarse con otro soporte, como el PVC, la placa elaborada con un conglomerado de tetra brik reciclado es más amigable con el medio ambiente, se trabaja igual que una madera y además soporta el agua a la perfección (como bien sabemos, este material se utiliza básicamente para envasar y contener líquidos). Además, los rayos ultravioleta del sol no la afectan ni la degradan, ya que está recubierta por tela y por las plantas, que absorben los rayos UV.

Goldemberg explica que cada placa se tapiza con dos capas de una tela especial que soporta ácidos. A la capa externa de tela se le hacen cortes, donde son introducidas las plantas. Luego la placa se monta sobre la pared, separada por dos guías verticales a los lados. El vacío evita la transmisión de humedad. A su vez, cada placa se pega a su adyacente con sellador. La suma de todas las placas configura un hermoso jardín vertical.

La cuestión es: ¿cómo se cuida? Por un lado, está el riego. En el margen superior de las placas se dispone una manguera horizontal perforada con goteros, que recorre todo el ancho del jardín, y libera una pequeña dosis de agua de a pequeños chorros, que baja verticalmente y se propaga y humedece a toda la superficie de tela, mientras alimenta a cada planta por capilaridad.

Por otro, la fertilización y la aplicación de productos fitosanitarios (agroquímicos) en su correcta medida es fundamental para tener un jardín vertical cuidado y hermoso. El agua, que se utiliza para el riego, viene acompañada de una discreta dosis de fertilizante. No es, ni más ni menos, que el famoso proceso de la hidrophonia (fertilización mediante el riego), tan en boga por estos días. Las plantas, felices, no sólo crecen robustas, sino que desarrollan sus raíces entre medio de las telas, mientras buscan la humedad. En otras palabras, en lugar de encontrar los nutrientes en la tierra, las plantas de un jardín vertical los obtienen de la misma tela que las contiene.

¿Qué nutrientes se usan en el riego programado de un jardín vertical? Suelen utilizarse bacterias como bacillus thuringiensis, microrrizas y otras mezclas de minerales y micronutrientes que impulsan el desarrollo y la salud de las plantas. Claro que hay otro aspecto fundamental: si no hay buena luminosidad, hay que garantizar que el jardín reciba luz suficiente para permitir que las plantas puedan fotosintetizar. Esas tareas, en jardines verticales de grandes edificios –pueden medir de 20 a 200 metros cuadrados-, generalmente están asociados a sistemas de computación muy sofisticados dotados de sensores que identifican y satisfacen en forma automática las necesidades de las plantas.

En cambio, si la idea es instalar un jardín vertical en un interior –disponiéndolo, por ejemplo, en la pared del living de casa- los métodos son mucho más simples y manuales. Lo que siempre se recomienda es que la pared elegida tenga una buena entrada de luz solar –en Buenos Aires, generalmente, con orientación Norte- para que el jardín prospere y se mantenga bonito. El resto lo hace una instalación a medida tipo mueble, similar a una biblioteca, que funciona con simple electricidad de red hogareña. No hace falta hacer ninguna conexión de agua: el riego es un pequeño sistema cerrado recirculante, disimulado en la base del jardín interior.

¿Qué plantas pongo?

La variedad de plantas que pueden utilizarse en jardines verticales es enorme. Todas las herbáceas, como las aromáticas, son muy populares. Orégano, curry, albahaca o especies similares, generan empatía y además perfuman el ambiente. En exteriores, las especies son elegidas por su fotosensitividad, según la pared en la que serán instaladas: Begonias, plectranthus, malvones y geranios, por ejemplo. Las familias de las crafas, de hojas más carnosas y suculentas, crecen más lentamente pero aguantan posibles problemas con el riego o con el sol. Las alegrías del hogar darán flor todo el año y soportan el sol pleno sin problemas. El manto de virgen cae llovido y cubre mucha superficie.

Para los jardines interiores, suelen instalarse diez variedades de helechos, potus, saxifraga o lazo de amor. Algunas de ellas “pintan” una región del cuadro con una textura determinada. Otras, más coloridas, “explotan” con colores vivos en otras regiones del jardín vertical, y sobresalen del resto.

Más info: http://www.polenurbano.com

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