Participar. Asistir a las asambleas. Informarse y formarse. Educarse y educar. Estos ítems corresponde que sean asumidos por los asociados en su conjunto, pues contienen la igualdad de posibilidades. Si bien la empresa cooperativa tiene su poder ejecutivo en el Consejo de Administración y el poder de control en la Sindicatura, los asociados deben comprometerse en este proceso fundamental.
Existen en la cooperativa tres tipos de asambleas. Es necesario participar conociendo el Estatuto Social, ya en la constitutiva. Es en ella donde se presenta la oportunidad de una lectura minuciosa del mismo, pues se deberán fijar los objetivos que tendrá la cooperativa, y contiene además los derechos y obligaciones, que deberán observarse a lo largo de la vida de la empresa solidaria.
El Estatuto es la constitución que rige el funcionamiento en lo doctrinario como en lo estructural- administrativo.
A medida que la institución se desenvuelve y desarrolla más hace falta conocer a fondo el texto completo.
Si no se lo conoce indefectiblemente devienen inconvenientes y obstáculos imprevisibles careciéndose de las capacidades de reacción para evitarlos o corregirlos.
Saber es poder y “para democratizar el poder hay que socializar el saber”, afirmaba el padre José María Arizmendiarrieta. Capacitarse es imprescindible para formar parte de una cooperativa, tanto para gobernarla como para controlarla.
“El ojo del amo engorda el ganado”. En la cooperativa no hay patroness, sus dueños son los asociados y estos sólo podrán conducirla si se preparan para cuidarla, como hace todo empresario que desee que su negocio sea próspero.
Prosperidad y modernización marchan en simultánea sincronización.
Si la empresa fracasa por falta de educación y capacitación no hay excusa, y para evitar los tumbos y eventuales fracasos a la cooperativa hay que cuidarla.
por Pedro Aguer
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