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El cooperativismo es camino de progreso colectivo

Columna de opinión sobre cooperativismo por Pedro Aguer

La valoración de la libertad, la igualdad, la equidad y la justicia, lo ameritan en tal sentido, no sólo por la fundamentación filosófica sino por las realizaciones testimoniales de su accionar a lo largo de su trayectoria histórica.

Antes y después de Rochdale, la escasez, motivación de la ciencia económica, ha existido la solidaridad, cuyos agrupamientos fueron, en la mayoría de los intentos, verdaderas herramientas de solución a las crisis ocasionadas por aquélla.

Las ambiciones desmedidas que desbordan la convivencia en beneficio de unos pocos y en detrimento de las mayorías, generan acumulación para un lado y pobreza para el otro.

Se forja así la injusticia en la que la desigualdad social deriva en resentimientos y violencia.

El nacimiento de una cooperativa, que es una forma de organizar institucionalmente la solidaridad, tiene como fin establecer reglas de juego conducentes a la armonía y la paz.

Se trata de un desafío a lo mejor de cada ser humano que se asocie.

En primer lugar a la dignidad de la persona.

Los seres humanos tenemos necesidades materiales y de creatividad. Ambas son atacadas cuando la injusticia supera las expectativas de una comunidad laboriosa.

Pues bien, con esta visión hacia la solución de los problemas económico-sociales y de futuro, es imperioso recurrir a los valores y principios contenidos en la conciencia, convocándonos en la humildad respecto de lo importante que es el asociativismo.

Si somos capaces de reconocernos compartiendo con los demás el quehacer comunitario, encontraremos en el cooperativismo el camino.

Necesitamos reafirmar la democracia y amar la libertad de los demás como la propia, lo que nos facilitará el encuentro para superar la grieta que deja el egoísmo.

Para esta instancia reafirmar la democracia significa aplicarla en la toma de decisiones, y amar la libertad significa que la deseamos en los demás.

De ello surgirá la justicia estableciendo la equidad en la distribución de la riqueza, lograda con el esfuerzo propio y la ayuda mutua.Sin esta premisa el progreso es un privilegio no un bien colectivo, como debe ser.

por Pedro Aguer

 

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