Dios en la Tierra

Hoy el santoral recuerda a San Juan de Ribera

19 Enero. Miércoles de la 2ª semana del Tiempo Ordinario. El santoral recuerda a San Juan de Ribera. Hoy se inicia la novena de Santo Tomás de Aquino. Evangelio de hoy.

Primer Libro de Samuel 17,32-33.37.40-51.

David dijo a Saúl: “No hay que desanimarse a causa de ese; tu servidor irá a luchar contra el filisteo”.
Pero Saúl respondió a David: “Tú no puedes batirte con ese filisteo, porque no eres más que un muchacho, y él es un hombre de guerra desde su juventud”.
Y David añadió: “El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, también me librará de la mano de ese filisteo”. Entonces Saúl dijo a David: “Ve, y que el Señor esté contigo”.
Luego tomó en la mano su bastón, eligió en el torrente cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor, en la mochila, y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo.
El filisteo se fue acercando poco a poco a David, precedido de su escudero.
Y al fijar sus ojos en David, el filisteo lo despreció, porque vio que era apenas un muchacho, de tez clara y de buena presencia.
Entonces dijo a David: “¿Soy yo un perro para que vengas a mí armado de palos?”. Y maldijo a David invocando a sus dioses.
Luego le dijo: “Ven aquí, y daré tu carne a los pájaros del cielo y a los animales del campo”.
David replicó al filisteo: “Tú avanzas contra mí armado de espada, lanza y jabalina, pero yo voy hacia ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de las huestes de Israel, a quien tú has desafiado.
Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; yo te derrotaré, te cortaré la cabeza, y daré tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a los pájaros del cielo y a los animales del campo. Así toda la tierra sabrá que hay un Dios para Israel.
Y toda esta asamblea reconocerá que el Señor da la victoria sin espada ni lanza. Porque esta es una guerra del Señor, y él los entregará en nuestras manos”.
Cuando el filisteo se puso en movimiento y se acercó cada vez más para enfrentar a David, este enfiló velozmente en dirección al filisteo.
En seguida metió la mano en su bolsa, sacó de ella una piedra y la arrojó con la honda, hiriendo al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente, y él cayó de bruces contra el suelo.
Así venció David al filisteo con la honda y una piedra; le asestó un golpe mortal, sin tener una espada en su mano.
David fue corriendo y se paró junto al filisteo; le agarró la espada, se la sacó de la vaina y lo mató, cortándole la cabeza. Al ver que su héroe estaba muerto, los filisteos huyeron.

Salmo 144(143),1.2.9-10.

Bendito sea el Señor, mi Roca,
el que adiestra mis brazos para el combate
y mis manos para la lucha.

El es mi bienhechor y mi fortaleza,
mi baluarte y mi libertador;
él es el escudo con que me resguardo,
y el que somete los pueblos a mis pies.

Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo
y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas,
porque tú das la victoria a los reyes
y libras a David, tu servidor.

Evangelio según San Marcos 3,1-6.

Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada.
Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo.
Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: “Ven y colócate aquí delante”.
Y les dijo: “¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?”. Pero ellos callaron.
Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: “Extiende tu mano”. El la extendió y su mano quedó curada.
Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Hoy celebramos a San Juan de Ribera, un arzobispo que realizó más de dos mil visitas pastorales

Hoy 19 de enero la Iglesia celebra a San Juan de Ribera, Arzobispo de Valencia y Patriarca de Antioquía, quien fue una figura prominente de la restauración espiritual de la España de la contrarreforma.

La llamada “contrarreforma” fue un movimiento fundamentalmente catequético, nacido en el corazón de la Iglesia para salir al paso de los problemas que el surgimiento del protestantismo había significado para la unidad del cristianismo latino. La aparición de las iglesias protestantes, como resultado de la honda crisis por la que pasaba la Iglesia Católica, multiplicó el clima de incertidumbre entre los fieles y los terminó golpeando enormemente. Mientras muchos se apartaban para formar parte de la revuelta espiritual, otros simplemente abdicaban de la fe. Eran tiempos oscuros que requerían de una respuesta luminosa. Ese tipo de reacción solo puede venir de hombres y mujeres comprometidos con la santidad. Uno de esos fue Juan de Ribera.

Desde la Arquidiócesis de Valencia, el santo contribuyó enormemente al espíritu de renovación del catolicismo mediante la difusión y aplicación de las directrices del Concilio de Trento. Algo que empezó en su jurisdicción, pero cuyo ejemplo terminó trascendiendo a otros territorios. Por ese motivo, el Papa San Pio V, promotor de la contrarreforma, llamó a San Juan “lumbrera de toda España” (lumen totius Hispaniae).

Amante de la Iglesia

Juan de Ribera -o de Rivera- nació en Sevilla en 1532. Su padre ostentaba los títulos de duque de Alcalá y marqués de Tarifa, y ocupó el cargo de virrey de Cataluña y Nápoles; mientras que su madre, también de origen noble, murió cuando él era aún muy pequeño.

Recibió la tonsura clerical en 1544 y marchó a estudiar a la Universidad de Salamanca -la más prestigiosa que existía en ese momento en España- con los célebres teólogos Melchor Cano y Domingo de Soto.

En 1562, cuando era un joven sacerdote, fue nombrado obispo de Badajoz por pedido del Papa Pío IV. En aquella diócesis trabajó arduamente por el fortalecimiento de la fe a través de la enseñanza de la doctrina católica, de manera que los fieles pudiesen resistir la influencia del incipiente protestantismo que amenazaba con extenderse en España. San Juan le dio mucha importancia a la catequesis, en la que encontraba el arma más eficaz para dar a conocer la verdad.

Pastor incansable

Juan fue un gran predicador pero, por sobre todo, fue un pastor al servicio de sus ovejas. Solía confesar por largas horas, llevar la comunión a los enfermos y atender cariñosamente a quienes buscaban consejo. Fue también un hombre desprendido. Siendo obispo, en una ocasión, vendió el mobiliario y la loza de su propio comedor para asistir a unas familias en necesidad.

En 1568, el Papa le confirió el título de Patriarca de Antioquía (entre finales del siglo XVI e inicios del XVII) y dos meses después le encargó el Arzobispado de Valencia. En esa sede española trabajó durante 42 años ininterrumpidamente, hasta su muerte, concentrándose también en la defensa de la fe cristiana frente a la influencia morisca.

Escribió varias obras, entre las que destaca el Manuale Valentinum (1592). Entre 1569 y 1610, realizó un número impresionante de visitas o acciones pastorales: dos mil setecientas quince. Con los registros escritos de aquellas visitas se llenaron 91 volúmenes de actas, las que se conservan hasta hoy. Además, como para no dejar dudas de su celo pastoral y su alma cuidadosa, organizó hasta siete sínodos arzobispales con sus párrocos y sacerdotes. En esas reuniones se esforzó siempre por estar atento a las necesidades de las almas que Dios le había confiado.

La respuesta a la crisis es siempre la misma: santidad

San Juan de Ribera tuvo amistad con muchas de las figuras más importantes del catolicismo de aquellos tiempos excepcionales; santos florecidos en defensa de la verdad de Cristo y de la Iglesia. Entre ellos se cuenta a San Juan de Ávila, San Luis Bertrán, San Francisco de Borja, San Carlos Borromeo, San Pedro de Alcántara, San Pascual Bailón, San Salvador de Horta, San Alonso Rodríguez, Santa Teresa de Jesús, San Roberto Belarmino, San Lorenzo de Brindis, Beato Nicolás Factor, Beato Andrés Hibernón y Beato Gaspar Bono.

San Juan de Ribera falleció el 6 de enero de 1611 en el Colegio-Seminario de Corpus Christi. Fue canonizado por el Papa Juan XXIII el 12 de junio de 1960.

Hoy inicia la Novena a Santo Tomás de Aquino, patrono de la educación católica

El próximo 28 de enero la Iglesia celebrará la Fiesta de Santo Tomás de Aquino, religioso dominico y Doctor de la Iglesia que escribió la insigne obra “Suma Teológica”, considerado además Patrono de la educación católica.

Sus compañeros de estudios lo tomaron por tonto al verlo robusto pero silencioso y tímido. Lo apodaron “el buey mudo”.

Cierto día un compañero le pidió sus apuntes y se los entregó a San Alberto, quien dijo: “Ustedes lo llaman el buey mudo, pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero”.

El joven Santo Tomás solía pasar mucho tiempo en oración y cultivaba un gran amor a la Eucaristía. Se graduó como doctor de teología en la Universidad de París y a los 27 años ya era maestro.

En cuatro años escribió “la Summa Teológica”, su obra maestra, compuesta de 14 tomos, un texto que se convertiría, siglos más tarde, en uno de los principales textos de la Iglesia.

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