Dios en la Tierra

Hoy se recuerda al Santo Cura Brochero, patrono del clero argentino

16 Marzo. Martes de la cuarta semana de Cuaresma. El santoral celebra a San José Gabriel del Rosario Brochero y a San Agapito Ravena.

Libro de Ezequiel 47,1-9.12.

Un ángel me llevó a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del Altar.
Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
Cuando el hombre salió hacia el este, tenía una cuerda en la mano. Midió quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a los tobillos.
Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a las rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a la cintura.
Luego midió otros quinientos metros, y ya era un torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido: era un agua donde había que nadar, un torrente intransitable.
El hombre me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?”, y me hizo volver a la orilla del torrente.
Al volver, vi que a la orilla del torrente, de uno y otro lado, había una inmensa arboleda.
Entonces me dijo: “Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas.
Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas parte adonde llegue el torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio”.

Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9.

El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos,
aunque la tierra se conmueva

y las montañas se desplomen
hasta el fondo del mar.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.

El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.

Vengan a contemplar las obras del Señor,
Él hace cosas admirables en la tierra.

Evangelio según San Juan 5,1-3.5-16.

Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿Quieres curarte?”.
El respondió: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes”.
Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”.
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: “Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla”.
El les respondió: “El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y camina'”.
Ellos le preguntaron: “¿Quién es ese hombre que te dijo: ‘Toma tu camilla y camina?'”.
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: “Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía”.
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.

Amén

Hoy se recuerda al Santo Cura Brochero, patrono del clero argentino

El P. José Gabriel del Rosario Brochero, más conocido como el Cura Brochero, fue proclamado santo el 16 de octubre del 2016, convirtiéndose en el segundo santo argentino después de Héctor Valdivieso Sáenz. El 4 de noviembre de ese año, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos notificó a la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) que el “cura gaucho”, como también se le conoce, sería canonizado y se le nombraría patrono del clero argentino.

El día del anuncio de su canonización, la CEA divulgó un comunicado expresando que el Cura Brochero constituía un modelo de vida por su “celo misionero, su predicación evangélica y su vida pobre y entregada… es modelo para todos”. Además, los obispos de Argentina lo declararon “imagen viva de lo que hoy el Papa Francisco nos invita como Iglesia en salida”.

El Papa siente especial admiración por el Santo Cura Brochero, como lo dejó en claro en 2013 cuando en una misiva escribió: “El Cura Brochero tiene la actualidad del Evangelio, es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios… No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe”, resaltó en esa ocasión el Santo Padre.

José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de 1840, en el paraje Carreta Quemada, cerca de Santa Rosa de Río Primero, en el norte de Córdoba (Argentina). Fue ordenado sacerdote el 4 de noviembre de 1866.

Tras desempeñar su ministerio sacerdotal en la catedral de Córdoba y ser prefecto de estudios del Colegio seminario Nuestra Señora de Loreto, el 19 de noviembre de 1869 fue elegido vicario del departamento San Alberto, territorio de unos 10 mil habitantes, y de toda Traslasierra. Se instaló entonces en Villa del Tránsito, la localidad que desde 1916 lleva su nombre.

Más adelante, el Padre Brochero jugó un papel decisivo durante la epidemia de cólera que se desató en Córdoba. “Se le veía correr de enfermo en enfermo, ofreciendo al moribundo el religioso consuelo, recogiendo su última palabra y cubriendo las miserias de sus deudos. Este ha sido uno de los períodos más ejemplares, más peligrosos, más fatigantes y heroicos de su vida”, señaló uno de sus amigos, Ramón J. Cárcano.

El “cura gaucho” murió ciego, contagiado de la lepra. El P. Guido Ricotti,actual párroco de Villa Cura Brochero afirmó: “Murió de la forma en que vivió, con mucha humildad y sencillez”.

El Cura Brochero fue declarado venerable en febrero de 2004 por San Juan Pablo II. El 20 de diciembre de 2012, Benedicto XVI firmó el decreto de beatificación que validaba el milagro que permitió beatificarlo. Este consistió en la recuperación total, sin explicación médica o científica, de un niño con diagnóstico de daño neurológico masivo, al punto de haber quedado en estado vegetativo, tras sufrir un grave accidente vial.

El Santo Cura Brochero fue beatificado el 14 de septiembre de 2013 en la Villa Cura Brochero, en Córdoba (Argentina), en una Misa multitudinaria presidida por el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y enviado del Papa Francisco.

En enero del 2016 el Santo Padre aprobó el milagro que posibilitó su canonización. Se trató de la curación y recuperación de la niña Camila Brusotti, de San Juan, Argentina, que había quedado al borde de la muerte tras ser víctima de una golpiza feroz. Una vez más, los daños eran de tal magnitud que una recuperación era imposible desde el punto de vista científico. La gracia de Dios, por intercesión del Santo, hizo posible que la niña se recupere completamente.

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