Dios en la Tierra

La Navidad es la fiesta del Amor

24 Diciembre. Natividad del Señor (Misa de medianoche). Solemnidad de los Santos Antepasados de Jesús.

Libro de Isaías 9,1-6.

El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia. como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Porque todas las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz”.
Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.

Salmo 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13.

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.

Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.

Carta de San Pablo a Tito 2,11-14.

La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad,
mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.

Evangelio según San Lucas 2,1-14.

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David,
para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre;
y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor,
pero el Angel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!”.

Amén

Papa Francisco: La Navidad es la fiesta del Amor

En la Audiencia General de este 23 de diciembre, el Papa Francisco destacó que “la Navidad es la fiesta del Amor encarnado y nacido por nosotros en Jesucristo” porque Él es la luz que “da sentido a la existencia humana”.

“La Navidad es la fiesta del Amor encarnado y nacido por nosotros en Jesucristo. Jesucristo es la luz de los hombres que resplandece en las tinieblas, que da sentido a la existencia humana y a la historia entera”, dijo el Papa.

En su catequesis, el Santo Padre reflexionó en la celebración de la próxima Navidad y recordó que “en la Liturgia de la Noche resonará el anuncio del ángel a los pastores: ‘No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’”.

En esta línea, el Pontífice señaló que “imitando a los pastores, también nosotros nos movemos espiritualmente hacia Belén, donde María ha dado a luz al Niño en un establo, porque – dice San Lucas – no tenían sitio en el alojamiento”.

“La Navidad se ha convertido en una fiesta universal, y también quien no cree percibe el encanto de esta festividad. El cristiano, sin embargo, sabe que la Navidad es un evento decisivo, un fuego perenne que Dios ha encendido en el mundo, y no puede ser confundido con las cosas efímeras”, advirtió el Papa.

Por ello, el Santo Padre subrayó que es importante que la Navidad “no se reduzca a fiesta solamente sentimental o consumista” y mencionó que el domingo pasado durante el rezo del Ángelus subrayó que “el consumismo ha secuestrado la Navidad”.

En este sentido, el Papa explicó que “la Navidad no se debe reducir a una fiesta solamente sentimental o consumista rica de regalos y de felicitaciones, pero pobre de fe cristiana y también pobre de humanidad” y por lo tanto “es necesario frenar una cierta mentalidad mundana, incapaz de captar el núcleo incandescente de nuestra fe, que es que ‘la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad’ -y añadió- “este es el núcleo de la Navidad, la verdad de la Navidad”.

Además, el Pontífice afirmó que “la Navidad nos invita a reflexionar, por una parte, sobre la dramaticidad de la historia, en la cual los hombres, heridos por el pecado, van incesantemente a la búsqueda de verdad, a la búsqueda de misericordia, a la búsqueda de redención; y, por otro lado, sobre la bondad de Dios, que ha venido a nuestro encuentro para comunicarnos la Verdad que salva y hacernos partícipes de su amistad y de su vida”.

De este modo, el Santo Padre subrayó que se trata de “un don de gracia, sin mérito nuestro” porque “es un don de gracia que recibimos a través de la sencillez y la humanidad de la Navidad, y puede quitar de nuestros corazones y de nuestras mentes el pesimismo, que hoy se ha difundido por la pandemia”.

“Podemos superar ese sentido de pérdida inquietannte, no dejarnos abrumar por las derrotas y los fracasos, en la conciencia redescubierta de que ese Niño humilde y pobre, escondido e indefenso, es Dios mismo, hecho hombre por nosotros”, señaló.

Luego, el Santo Padre citó al Concilio Vaticano II, en un pasaje de la Constitución Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, que describió que la Navidad es un evento que nos concierne a cada uno de nosotros: “el Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, uno de nosotros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado”.

“¡Jesús es uno de nosotros, Dios en Jesús es uno de nosotros! Esta realidad nos dona tanta alegría y tanta valentía. Dios no nos ha mirado desde arriba, desde lejos, no, no ha pasado de largo, no ha sentido asco por nuestra miseria, no se ha revestido con un cuerpo aparente, sino que ha asumido plenamente nuestra naturaleza y nuestra condición humana. Es uno de nosotros, como nosotros. No ha dejado nada fuera, excepto el pecado, la única cosa que no tiene: toda la humanidad está en Él. Él ha tomado todo lo que somos, así como somos”, dijo el Papa.

Meditar ante el pesebre

Asimismo, el Santo Padre invitó a prepararse a la Navidad meditando “en silencio delante del pesebre” porque “el pesebre es una catequesis” de esa realidad y recordó la Carta que escribió sobre el pesebre “Admirabile signum”, “Signo admirable”.

“Siguiendo las huellas de San Francisco de Asís, nos podemos convertir un poco en niños y permanecer contemplando la escena de la Natividad, y dejar que renazca en nosotros el estupor por la forma ‘maravillosa’ en la que Dios ha querido venir al mundo”, explicó.

Por ello, el Papa invitó a pedir “la gracia del estupor, delante a este misterio, a esta realidad, así de tierna, así bella, así cercana a nuestros corazones, que el Señor nos de la gracia del estupor para encontrarlo, para acercarnos a Él, para acercarnos a todos nosotros” para que esto haga “renacer en nosotros la ternura”.

“¡Hoy necesitamos mucho la ternura! La ternura humana que es similar a la ternura de Dios, y hoy necesitamos tanto de la ternura, de la ternura humana delante a tantas miserias”, reconoció el Papa.

Finalmente, el Santo Padre destacó que “si la pandemia nos ha obligado a estar más distantes, Jesús, en el pesebre, nos muestra el camino de la ternura para estar cerca, para ser humanos” por lo que animó a seguir este camino y deseó a todos “¡Feliz Navidad!”.

Oración para rezar en familia ante el Pesebre en Nochebuena

Lector 1:
Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra:

En esta noche santa te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por las personas que trabajan con nosotros.

Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas.

Hoy al contemplar el pesebre recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar.

Lector 2:
Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tu nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia.
Que junto con tus Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.

(En este momento alguien de la familia pone al Niño Jesús en el pesebre o si ya esta allí se coloca un pequeño cirio o velita delante de El).

Lector 3:
Santísima Virgen Maria, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que dia a dia intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.

Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás.
Amén

Rezar: 1 Padre Nuestro, 1 Ave Maria, 1 Gloria

Fuente: Navidad es Jesús

 

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