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Prevención de la leptospirosis en las producciones ganaderas

Es una enfermedad zoonótica bacteriana que se propaga con facilidad en zonas inundables o anegadas.

La leptospirosis es una enfermedad de alto impacto económico en la producción pecuaria, debido a que provoca abortos, muertes perinatales y de animales jóvenes. Como zoonosis afecta a la mayoría de los mamíferos, incluidas las personas, en las que produce desde infecciones leves e inaparentes hasta afecciones en riñón, hígado, cerebro y aparato reproductor.

Es causada por una familia de bacterias del género Leptospira y está asociada a la presencia de organismos portadores, principalmente mamíferos silvestres y domésticos, como roedores, porcinos y perros. Su propagación es favorecida en zonas inundables o anegadas, ya que el agua estancada y contaminada actúa como vehículo de la enfermedad.

Las cuencas lecheras argentinas son las producciones más afectadas, y en ellas suele presentarse la variedad (serovar) pomona, que provoca abortos en tambos de bovinos adultos, y la Icterohaemorragiae, que afecta usualmente a los terneros.

La infección en el ser humano se produce por vía directa a través de la piel y la mucosa nasal, oral o conjuntival, y el contagio indirecto se produce por el contacto con agua, suelo y/o alimentos que están contaminados con orina de animales infectados.

La leptospirosis es considerada una enfermedad laboral por contacto, ya que los principales grupos de riesgo son aquellas personas que trabajan en estrecho vínculo con animales portadores o en ambientes contaminados con orina de los mismos, como los tamberos, cosechadores de caña de azúcar, plantadores de arroz, personal que trabaja con cerdos, trabajadores de frigoríficos y veterinarios, entre otros.

La prevención en los establecimientos productivos es mediante un permanente control de roedores y de perros, higiene ambiental (sin encharcamiento, acumulación de basura y suciedad), asistencia veterinaria permanente y evitando la concentración de animales.

Los trabajadores de tambos, frigoríficos y mataderos, deben tener protección mediante el uso de calzado y vestimentas acordes a la tarea desempeñada, como botas, delantal, guantes, antiparras y tapaboca. Además, tienen que mantener estrictas medidas higiénicas durante el cuidado y la manipulación de los animales, evitar el contacto con la orina y otros líquidos corporales, y lavarse las manos posteriormente.

En los tambos, la dinámica de trabajo implica un contacto muy estrecho del hombre con los animales. Para prevenir la enfermedad, el Senasa recomienda un manejo preventivo del tambo asociado con un esquema de vacunación efectivo diseñado por el veterinario responsable.

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