por Pedro Aguer
Participar siempre produce buenos resultados cuando lo hacemos conscientemente.Nos apuramos a señalar que la obsecuencia siempre es mala. Los obsecuentes son la materia prima de la mediocridad.
“El hombre es la sombra parece”, sostenía José Ingenieros. Sentencia que adoptamos definitivamente en la práctica de la solidaridad. Solidaridad significa actuar socialmente con buena disposición de servicio.
En el cooperativismo hay que trabajar con sentido de progreso, tal como sucede en cualquier tipo de organización empresaria.No se puede ser cooperativista y conformista, sino más bien poner al servicio de la empresa toda la capacidad crítica posible.De este modo estaremos en condiciones de construir.
Cuando se toma la decisión de crear una cooperativa o de formar parte de una ya constituida, nos debemos concientizar de los pormenores que contienen su administración y fundamentalmente su doctrina.
La actitud del cooperativista implica ductilidad para sostener la armonía del conjunto, firme personalidad para no ser sometido a ningún tipo de obediencia, conocimientos para aportar opiniones de utilidad que contribuyan a la consolidación del proceso, sin olvidar que “saber es poder”, en todos los órdenes de la vida. Además, “el ojo del dueño engorda al ganado”.
Sin participación nada de esto es posible.
La cooperativa tiene la particularidad de pertenecer a quienes la integran, concepto básico que están llamados a cuidar los asociados y a respetar los empleados.El asociado no es un cliente que debe conformarse con lo que le venden, o un proveedor que debe aceptar el precio que le imponen. El asociado es la persona que entrega su aporte o retira el beneficio correspondiente.
Esta cuestión es básica para que una cooperativa sea lo que debe ser.
Estamos frente a un criterio de administración democrática de la economía, la que se subordina a las necesidades, no la mano invisible que crea necesidades. Su gestión responde a la solución de problemas inherentes a lo que el hombre requiere para vivir mejor.
Para garantizar estos principios es imprescindible participar. Participar no es un derecho sino una obligación en la marcha de una cooperativa.Participar no es concurrir simplemente a retirar los beneficios sino a construirlos.El ámbito adecuado para la participación no es solamente la asamblea sino todo en la cooperativa.
Las asambleas son el momento en el que se analiza colectivamente el ejercicio anual, se eligen o renuevan las autoridades y se toman las decisiones que haya que tomar: (Asambleas ordinarias). Para las cuestiones emergentes se convocan las extraordinarias, siendo ambas la autoridad máxima de la empresa.
El asociado tiene el derecho de reclamar pero también la obligación de aportar. Ambos son propios de una participación constructiva. Fundamental para ejercer la autoridad de dueño. Quién no participa no estará facultado para dirigir ni para ser un digno integrante de la empresa solidaria.
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