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Un repaso por los logros científicos que posicionaron a la Argentina y al INTA ante la mirada del mundo

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria cuenta con 22 centros de investigacion donde trabajan cerca de 700 cientificos.

Argentina hizo grandes avances en los últimos años en materia científica y muchos de ellos se materializaron a partir de investigaciones llevadas adelante por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en convenios con empresas del país y extranjeras y con el apoyo económico del Estado.

Uno de esos hitos científicos quedó marcado en la década del 60 cuando el veterinario entrerriano e investigador del INTA Scholein Rivenson desarrolló una nueva versión de la vacuna contra la aftosa, que permitió que tres décadas después Argentina fuera declarada “libre” de esa enfermedad y finalizara un siglo de amenazas de embargos a las carnes del país.

Rivenson, quien murió en el 2001 a los 83 años mientras batallaba por lograr una mejora en su jubilación, mostró -al igual que la mayoría de los científicos- que su compromiso trascendía el trabajo de laboratorio y estuvo al frente de los planes sanitarios realizados en el país para terminar con la aftosa.

Cincuenta años después, los 700 investigadores del INTA, que trabajan en 22 institutos de todo el país, siguen engrosando su lista de aciertos. A continuación, una síntesis de esos logros.

* Mejoramiento genético: se desarrolló el Arroz Puita Inta-Cl, una variedad resistente a los herbicidas que permitió controlar maleza y recuperar unas 40 mil hectáreas de producción de ese cultivo, tanto en Argentina como en el sur de Brasil.

* Biotecnología: junto a la Universidad Nacional de San Martín se obtuvo el primer bovino bitransgénico del mundo con capacidad para producir leche maternizada. La leche extraída de la vaca clonada Rosita contenía dos proteínas de origen humano.

* Equipamiento: se diseñó la cosechadora de algodón “Javiyú” para pequeños y medianos productores. Cubrió casi el 50 por ciento del parque de maquinaria del país y se exportó a Turquía, Brasil, Paraguay, Colombia y Venezuela.

* Robótica: se creó el robot “Inau”, con capacidad para desplazarse, realizar mapeos 3D, fertilizar y podar, especialmente en cultivos intensivos. También se desarrolló el robot “Trakur” para fumigación en invernáculos.

* Desarrollo de variedades vegetales mejoradas que incorporan resistencia a determinados patógenos y adversidades ambientales.

* Nanotecnología: se diseñó un equipo portátil de diagnóstico para extraer muestras, analizarlas y conseguir resultados en tiempo real, junto a la Northeastern University de Estados Unidos, para optimizar la acción profiláctica de las vacunas.

* Bioinsumos: junto a una empresa nacional, se elaboró “Rizoderma”, el primer biofungicida de semillas de trigo del mercado.

* Bioinsecticida: se produjo un Biolarvicida contra el Dengue, destinado al control de larvas de Aedes Aegypti. La licencia de este producto se transfirió a un laboratorio nacional.

* Salud animal: desde hace más de 20 años se sostienen convenios con 11 haras del país para optimizar el sistema de diagnóstico y caracterización de virus equinos.

* Vacunas: se desarrolló el Cobayo Inta, utilizado para evaluar la calidad de las vacunas bovinas. Las aplicaciones en los roedores brindan resultados confiables que se pueden reproducir en los bovinos. Fue adoptado por SENASA y se aplica obligatoriamente al virus que genera la Rinotraqueítis Infecciosa Bovina (IBR) y el Rotavirus Bovino grupo A (RVA).

* A todo esto se suma la producción de alimentos funcionales: un queso enriquecido con fitoesteroles y antioxidantes naturales, que ayuda a disminuir los niveles de colesterol y el riesgo de enfermedades cardiovasculares; y una leche larga vida que incorpora propiedades protectoras de la función cardiovascular, antitumorales y antidiabetogénicas.

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