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El perverso narcotráfico

por Herminio Ludi 

¿Habrá algún lugar, en la República Argentina, donde no exista ese maldito flagelo? ¿Por qué hay personas que sienten placer haciéndose odiar por sus semejantes, comercializando ese letal veneno? Pues, si están los que ansían consumirlo, y buscan ese intoxicante para saciar su asqueroso vicio, también está el resto de la población no adicta, a la que le repugna ver a personas emborrachadas y malolientes como consecuencia del consumo de alguna droga. Nosotros sabemos que los vicios no son fáciles de arrancar. Sabemos que los adictos a las drogas, pueden llegar a robar, a matar, con tal de conseguir dinero para la compra de estupefacientes. Por eso, a la par, sostenemos que a los que hay que meter a la cárcel, son a los narcotraficantes; esos bandidos mercenarios que se llenan los bolsillos con el dinero de los que caen en esas redadas inmundas, y que luego no pueden escapar de esa adicción letal. Con dolor y con vergüenza Argentina, hoy – después de haber sido el jardín de América – debemos reconocer que sí, que somos el jardín, pero de las plantaciones de marihuana, y de otras venenosas hiervas que están llenando de horror a los hogares nuestros.

¿Quién nos podría negar hoy, que en todas las ciudades Argentinas hay narcotraficantes, que están aguardando al débil consumidor? ¿O quién podría discutirnos que no existen plantaciones, o cocinas para la preparación de los estupefacientes? ¿Dónde están los funcionarios públicos que no hayan visto – alguna vez – pasar junto a ellos a esas alimañas, y escurrirse como tales, para no ser atrapados? ¿Qué intendente, concejal o comisario, no tiene cerca de él a un delincuente de esa tan baja calaña? Nosotros sabemos de las dificultades que existen para atraparlos. Empero, aquí aclaramos, atrapar a los que comercian con el vicio de los pobres desgraciados; y a estos someterlos a rigurosos tratamientos para que salgan de ese pantano en el que se encuentran. El drogadicto se pone en un estado de inconciencia casi terminal. Entonces va derecho a cometer los más aberrantes delitos. La delincuencia, traducida en robos, en asesinatos, en secuestros, violaciones, toma de rehenes, es en lo que terminan los pobrecitos drogados.

¿Por qué no se ha encontrado, todavía, la forma de terminar con ese flagelo? Tal vez a la respuesta la den muchos ciudadanos que sufren los latrocinios, los abusos y los reiterados robos.
Entonces cabe preguntarse: ¿Quién los regentea, o sea, quién (o quiénes los mandan? Una vez aquel barbado presidente de apellido Menem, habló “del robo para la corona”. Y, estos, ¿roban para ellos mismos, o tienen algún socio que está por encima del ladrón? Los otros días robaron 45 mil pesos y otros elementos, aquí, muy cerquita de la localidad de El Pingo. Tenemos derecho, nos parece, a desconfiar de alguien más, o sea de alguien que los manda con total precisión. O que les dice. Bueno…una parte para ustedes (los cacos), y la otra para nosotros, porque las elecciones, las campañas cuestan mucha guita, etc. ,etc.. Hay que recordar que en este brutal atraco, en El Pingo, lo decimos así, porque fue realmente brutal, fue alcanzado un familiar de las víctimas, radicado en María Grande, quien posee una radio AM (1360). Hacen apenas cuatro o cinco meses, la radio mencionada, sufrió el vandálico ataque de destrucción de su tan útil antena, lo que motivó el cese de sus salidas al aire, hasta que, mediante la constitución de una cooperativa, pudieron restablecer lo que los animales-humanos, habían destruido, amparados en la obscuridad de la noche. Y, ¿por qué los opinadores no vamos a tener el derecho de pensar que este delito de lesa patria, no estuvo relacionado con algún sector politiquero ( no político). A la radio en cuestión no se le conoce apego al oficialismo, tampoco es muy independiente que digamos. Entonces, si la politiquería estuvo mezclada ¿quiénes fueron los salteadores inconfesos que cometieron semejante destrucción? ¿Será ésta, una de las maneras de prestigiar y afianzar la nueva ley de medios de comunicación?

Para la consumación de este delito, propio de inadaptados, ¿medió el efecto estupefaciente, o existieron otras motivaciones, empujadas por celos, envidias, o diferencias ideológicas? Sea como sea o por lo que sea, a estos males peligrosos, hay que buscarles el remedio adecuado: Los chicos que consumen esos brutales estimulantes, deben ser atendidos, desde muy pequeñitos, en su propio hogar: Sus padres deben erigirse, amparados por sus derechos normales, en verdaderos y principales custodios de sus hijos. Al menor traspié, deben corregirlos, sin que esa actitud se convierta en una cárcel para el menor. Los gobernantes, si es que realmente ejercen el poder del gobierno, deben jugarse limpiamente buscando la tan soñada distribución de la riqueza; cuestión que será alcanzada promoviendo fuentes de trabajo digno, es decir bien remunerado, para todos los sectores. Las autoridades, todas las autoridades – sin cometer abuso de poder – deberán jugarse hasta la vida, para derribar ese mal (la drogadicción) que se nos ha metido en las propias venas. Si eso no hacemos, Bolivia, Paraguay, Colombia, serán un poroto al lado de los, hasta hace poco, orgullosos Argentinos.

VIALE, HERMINIO ENRIQUE LUDI. Columna para “MUNDO RURAL.” Jueves 21/11/2013.

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