Dios en la Tierra

Hoy es la fiesta de Santa Rosalía

4 de septiembre.Sábado de la vigesimosegunda semana del Tiempo Ordinario.

Carta de San Pablo a los Colosenses 1,21-23.

Antes, a causa de sus pensamientos y sus malas obras, ustedes eran extraños y enemigos de Dios.
Pero ahora, él los ha reconciliado en el cuerpo carnal de su Hijo, entregándolo a la muerte, a fin de que ustedes pudieran presentarse delante de él como una ofrenda santa, inmaculada e irreprochable.
Para esto es necesario que ustedes permanezcan firmes y bien fundados en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia que han oído y que fue predicada a todas las criaturas que están bajo el cielo y de la cual yo mismo, Pablo, fui constituido ministro.

Salmo 54(53),3-4.6.8.

Dios mío, sálvame por tu Nombre,
defiéndeme con tu poder.
Dios mío, escucha mi súplica,
presta atención a las palabras de mi boca.

Pero Dios es mi ayuda,
el Señor es mi verdadero sostén:
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
daré gracias a tu Nombre, porque es bueno

Evangelio según San Lucas 6,1-5.

Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían.
Algunos fariseos les dijeron: “¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?”.
Jesús les respondió: “¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,
cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?”.
Después les dijo: “El hijo del hombre es dueño del sábado”.

Hoy es la fiesta de Santa Rosalía

Santa Rosalía (1130-circa 1156/66) fue una eremita del siglo XII y se le cuenta entre las santas vírgenes de la Iglesia. Rosalía vivió una vida de oración, contemplación y penitencia, separada del mundo.

Nacida Rosalia Sinibaldi, pertenecía a una noble familia proveniente de Normandía, que se reclamaba descendiente de Carlomagno. Se le considera patrona de la ciudad de Palermo (Sicilia, Italia). Su nombre es una contracción de los vocablos “Rosa” y “Lilia”, y es llamada cariñosamente “La Santuzza” (“La Santita”, en lengua siciliana) debido a que fue una mujer de baja estatura.

Rosalía fue educada en la corte, y por su belleza y bondad se convirtió en dama de honor de la reina Margarita de Navarra, esposa del rey Guillermo II. Sin embargo, dejó su hogar y el palacio real para dedicarse completamente a la oración, siendo acogida en el monasterio basiliano de Santo Salvador en Palermo.

Como sus padres y el hombre al que la habían prometido querían disuadirla, huyó a una cueva cerca de Bivona (Sicilia) y más tarde a otra ubicada en el Monte Peregrino, cerca de Palermo, en la cual murió.

Según el sacerdote bolandista (jesuita dedicado a la recopilación de datos sobre los santos), P. Juan Stilting, Rosalía fue hija de Sinibaldo, conde de Quisquina y Monte Rosa (actual territorio de Santo Stefano Quisquina y Bivona), y fue descendiente del emperador Carlomagno.

Según la tradición de la Iglesia, se le atribuye la extinción de la peste que asoló Sicilia en 1624, año en el que sus restos fueron encontrados. Dice la leyenda que la Santa se le apareció a un cazador y le indicó la cueva dónde se ubicaban sus restos, pidiéndole que estos sean sacados en procesión y se les entierre debidamente. Los sicilianos lo hicieron así y en pocos días la peste desapareció. Por eso, los habitantes de la isla mediterránea la consideran su patrona.

Sus restos fueron colocados posteriormente en la Catedral de Palermo. Poco tiempo después el Papa Urbano VIII admitió la autenticidad de sus reliquias y dispuso que se le recuerde el 15 de julio en Sicilia y el 4 de septiembre en la Iglesia Universal, conmemorando el hallazgo y el traslado de sus reliquias.

La iconografía la representa como ermitaña o, a veces, revestida con hábito agustino. Suele aparecer con una corona de rosas, en alusión a su nombre, un crucifijo y una calavera, por la vida ascética que llevó.

El culto a esta santa fue inicialmente promovido por los Benedictinos y se ha hecho universalmente popular. Se pide su intercesión en los momentos difíciles, contra enfermedades infecciosas y, de manera particular, contra la peste. Hoy sus devotos piden por el fin de la pandemia.

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