Dios en la Tierra

Hoy se celebra a San Juan XXIII, el Papa bueno

11 de Octubre de 2020. 28° Domingo del Tiempo Ordinario. Como todos los domingos compartimos además el audio con la reflexión del Padre Alfredo Nicola.

Libro de Isaías
25, 6 – 10a.

En aquel día:
El Señor de los ejércitos
ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña
un banquete de manjares suculentos,
un banquete de vinos añejados,
de manjares suculentos, medulosos,
de vinos añejados, decantados.
El arrancará sobre esta montaña
el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño tendido sobre todas las naciones.
Destruirá la Muerte para siempre;
*el Señor enjugará las lágrimas
de todos los rostros,*
y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo,
porque lo ha dicho él, el Señor.
Y se dirá en aquel día:
“Ahí está nuestro Dios,
de quien esperábamos la salvación:
es el Señor, en quien nosotros esperábamos;
¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!”.
Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.

Salmo 23 (22)

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,

Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;

unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

Carta de san Pablo a los Filipenses
4, 12 – 14. 19 – 20.

Hermanos:
Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como a no tener nada.
Yo lo puedo todo en aquel que me conforta.
Sin embargo, ustedes hicieron bien en interesarse por mis necesidades.
Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio según san Mateo
22, 1 – 14.

Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
‘Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en silencio.
Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Propósitos

La invitación a una fiesta no la podemos rechazar. ¿Cuándo y por qué rechazo la invitación que me hace el Señor? ¿Cuál es el traje de fiesta que espera él de mí? Tengo que revestirme cada día de buenas obras. ¡Ánimo, Él nos invita a su Boda!

P. Alfredo Nicola
(Argentina)

Hoy celebramos a San Juan XXIII, el Papa bueno

“¡Oh, los santos, los santos del Señor, que por doquier nos alegran, nos animan y nos bendicen!”, dijo alguna vez San Juan XXIII, el “Papa bueno”, cuya fiesta se celebra el 11 de octubre.

Angelo Giuseppe Roncalli, más conocido como San Juan XXIII, nació en Italia en 1881. Desde muy joven se sintió atraído por el servicio sacerdotal. Así, ingresó al seminario y fue ordenado sacerdote en 1904. Durante la Segunda Guerra Mundial, siendo Obispo, ayudó a salvar la vida de muchos judíos perseguidos por los nazis, haciendo uso del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica bajo su jurisdicción. En 1953 fue creado Cardenal y a la muerte de Pío XII, en 1958, fue elegido Sumo Pontífice por el colegio cardenalicio. Con el tiempo se ganó el apelativo de “Papa Bueno”, gracias a sus evidentes cualidades humanas -poseía un gran sentido del humor y un don de gentes singular-; pero principalmente a que su aspecto bonachón y su sonrisa perenne reflejaban su alma deseosa de vivir las virtudes cristianas en todo momento.

El mundo entero -en épocas convulsionadas- se convirtió en testigo de su santidad. Mientras algunos líderes mundiales convocaban al enfrentamiento, la violencia y la guerra, Juan XXIII enviaba un mensaje totalmente opuesto: las gentes veían en él al pastor humilde, atento, decidido, valiente, sencillo y activo. Mientras los movimientos contraculturales e ideológicos alzaban las banderas de la subversión de los valores y principios tradicionales, San Juan XXIII también llamaba al cambio, pero sin desconocer la riqueza del pasado condensada en la tradición cristiana. La Iglesia, gracias a su magisterio, se convirtió en una voz que era escuchada, en un faro que iluminaba las nuevas tinieblas que aún hoy ensombrecen a la sociedad contemporánea.

Juan XXIII marcó, además, el derrotero que seguirían los posteriores pontífices: el diálogo con la cultura secular, el ecumenismo y la búsqueda de la paz. Como parte de ese magisterio pontificio están las famosas encíclicas “Pacem in terris” (sobre la paz entre los pueblos) y “Mater et magistra” (sobre la cuestión de los trabajadores). En ese marco magisterial y misionero, de una Iglesia abierta al mundo para redimirlo en Cristo, San Juan XXIII quiso convocar un concilio para poner a la Iglesia a tono con los nuevos tiempos, siempre fiel al Evangelio pero renovada en su propuesta. Así, el Papa Roncalli convocó el Concilio Vaticano II, inaugurado el 11 de octubre de 1962. Este fue sin duda, el mayor acontecimiento en la vida de la Iglesia durante el siglo XX, cuya proyección alcanza al nuevo milenio. Con el paso del tiempo, los católicos somos cada vez más conscientes de lo oportuno del concilio, del Aggiornamento (actualización) que exigía el Espíritu Santo para fortalecer a la Iglesia y potenciar su misión evangelizadora.

San Juan XXIII fue llamado a la Casa del Padre el 3 de junio de 1963. El Papa San Juan Pablo II -heredero de la riqueza del Concilio- lo beatificó en el año 2000 y el Papa Francisco lo canonizó en abril del 2014.

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